No existe traición posible en la traducción, ya que toda traducción es siempre una reescritura de lo mismo. No se trata de volcar las palabras exactas en sentido literal en otro idioma diferente del original —entendiendo por «idioma» no «lenguaje natural», sino «idioma»; traducir palabras en imágenes o sentimientos en palabras es tan difícil o más que traducir entre dos lenguajes naturales cualquiera — , ni siquiera buscar referentes equivalentes intentando respetar los matices culturales que podrían perderse en el trasvase, sino algo mucho más complejo: transformar las ideas de fondo. Traducir es pasar a través de la forma, descubrir las ideas que articulan el discurso y darles nueva vida puliendo lo innecesario y realzando aquello que resulta más significativo. Toda traducción es, en suma, una labor creativa, ingrata y compleja por definición, en tanto hace necesario saber sintetizar lo esencial y desprenderse de lo inútil. El buen traductor no es sólo traductor, es un artista.
En el caso de la traducción audiovisual, específicamente en la creación de videoclips, lo importante es descubrir como traducir lo que se nos da con sonidos en forma de imágenes sin depender de la música. El buen videoclip es el que, incluso sin sonido o en un idioma que no conocemos, tiene una narrativa coherente. Ese es el caso de Bae Bae de BIGBANG. Incluso sin saber ni una sola palabra de coreano es posible desentrañar el significado de la canción, ya no por el ritmo o las diferentes inflexiones musicales, que también, sino por la excelente traducción en imágenes que hacen de la idea central de la misma: la evolución de la sexualidad a lo largo de una vida. Personal o de pareja.