Etiqueta: superhéroes

  • música demostrada según el orden geométrico

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    En es­ta se­gun­da par­te abor­da­mos Heavenly Creatures, que pue­den des­car­gar aquí, con el siem­pre dis­pues­to Marlon Dean Clift. Hablamos del amor, le bus­ca­mos pa­ra­le­lis­mos con Heavenly Creatures y nos me­te­mos de lleno en co­mo fue rea­li­za­do el dis­co en si. Entre me­dios se­gui­mos des­gra­nan­do el ci­ne que in­fluen­ció es­tos dis­cos y, co­mo no, pro­pon­go ideas de in­ter­pre­ta­ción ab­so­lu­ta­men­te per­so­na­les. Pero no les en­tre­ten­go más, va­yan di­rec­ta­men­te a la fuen­te seguidamente.

    A. Si en Almost Ghost ha­blá­ba­mos del amor co­mo al­go es­qui­vo pa­re­ce que en Heavenly Creatures te me­tes de lleno en la idea de que ocu­rre cuan­do se da el con­tac­to. Y pa­re­ce que, en cual­quier ca­so, es un he­cho du­ro y do­lo­ro­so pe­ro que pa­re­ce te­ner tam­bién un tras­fon­do po­si­ti­vo. ¿Consideras el amor co­mo un he­cho ca­tár­ti­co o co­mo aquel que nos arro­ja ha­cia las tinieblas?

    M. Trata bá­si­ca­men­te la idea de que eso ocu­rra, y en es­te ca­so es igual de ca­tár­ti­ca que de do­lo­ro­sa. Claro que la es­té­ti­ca del dis­co apun­ta a la ca­tar­sis, pe­ro la his­to­ria de­trás es más bien do­lo­ro­sa. El con­cep­to vie­ne de un film de Alan Rudolph, Made In Heaven. Quien ha­ya vis­to la pe­lí­cu­la y la ha­ya com­pren­di­do sa­brá en­ten­der es­te disco.

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  • el pasado ya fue contado

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    La edad de oro es una épo­ca de na­ci­mien­to, de gran­des epo­pe­yas don­de to­do es po­si­ble y, es­pe­cí­fi­ca­men­te en el có­mic, don­de to­do es alo­ca­da­men­te nue­vo y gran­dio­so. Aunque po­de­mos re­vi­si­tar los an­ti­guos có­mics, ese tiem­po ya pa­so ha­ce mu­cho, el sen­ti­do de la ma­ra­vi­lla de la edad de oro se ha per­di­do. Salvo en la mi­ni­se­rie de có­mics ins­pi­ra­da en el vi­deo­jue­go Freedom Force.

    En ple­na gue­rra fría un in­tré­pi­do agen­te in­ten­ta cap­tu­rar a un agen­te do­ble que tra­ba­ja pa­ra URSS con tan ma­la suer­te que aca­ba sien­do ase­si­na­do por es­te de un dis­pa­ro. O lo hu­bie­ra si­do de no ha­ber caí­do a los pies de una es­ta­tua de­di­ca­da al sol­da­do des­co­no­ci­do que irra­dia­ba ener­gía y le con­fi­rió su­per­po­de­res con­vir­tién­do­le en ¡Minuteman! Así em­pie­za es­te de­li­rio en seis nú­me­ros don­de nos van pre­sen­tan­do di­fe­ren­tes hé­roes, que ya vi­mos en el vi­deo­jue­go, con sus orí­ge­nes y la lu­cha con­tra sus siem­pre pe­cu­lia­res enemi­gos. Antes de­cía que es pu­ra edad del oro es­te có­mic y ahí ra­di­ca su ma­yor vir­tud a la par que su peor de­fec­to. Es tan ge­nui­na­men­te cán­di­do que lle­ga a ser ex­ce­si­va­men­te naïf y sub­ra­ya­do. Los ma­los son ma­lí­si­mos y los bue­nos son bue­ní­si­mos, co­mo es ló­gi­co en un có­mic de es­te ti­po, pe­ro lle­ga al es­per­pen­to cuan­do los vi­lla­nos de la URSS tie­nen su­per­po­de­res de con­ge­la­ción o van ves­ti­dos con gran­des go­rros de vi­són. Este es­per­pen­to se re­pi­te con­ti­nua­men­te y nos lle­va de la mano a má­gi­cos via­jes en el tiem­po y lu­chas in­ter­ga­lác­ti­cas co­mo es­tá man­da­do en el gé­ne­ro. Así plan­tea­do no pa­re­ce ser un de­fec­to es­to pe­ro el pro­ble­ma es que no in­ten­ta in­no­var ni dar una vi­sión pro­pia de la edad de oro, se li­mi­ta a co­ger lo que ya ha­bía e imi­tar­lo con cier­ta gra­cia pe­ro sin nin­gu­na ori­gi­na­li­dad. Es un más de lo mis­mo de lo que ya se pu­do leer en su día so­lo que con per­so­na­jes nue­vos que son, la­men­ta­ble­men­te, cal­cos de per­so­na­jes que to­dos co­no­ce­mos y amamos.

    Con Freedom Force re­me­mo­ra­mos tiem­pos an­te­rio­res que, sí, qui­zás fue­ron me­jo­res pe­ro en cual­quier ca­so son pa­sa­do y siem­pre po­de­mos re-visitar. Lo que tie­ne sen­ti­do en el vi­deo­jue­go, una in­ter­pre­ta­ción in­ter­ac­ti­va de la edad de oro de los su­per­hé­roes, ca­re­ce de tal en el có­mic, pues en es­te ya exis­tió. El uni­ver­so de la ce­lu­lo­sa nun­ca con­tó con vosotros.

  • de la imbecilidad como una de las bellas artes

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    Viajar en el tiem­po es pro­ble­má­ti­co por de­fi­ni­ción, no so­lo por la pa­ra­do­ja que su­po­ne sino de­bi­do a que to­do cam­bio es­tá ya pre­des­ti­na­do de an­te­mano. De es­te mo­do po­co mar­gen de ma­nio­bra nos da el via­jar al pa­sa­do más allá que con­se­guir que se cum­pla lo que de­be ser el pre­sen­te. A me­nos que seas tan im­bé­cil co­mo Pafman.

    Cuando el pro­fe­sor Fuyú se trae a si mis­mo des­de el fu­tu­ro una ma­qui­na del tiem­po pa­ra que no ten­ga que es­pe­rar se lle­va a Pafman, Pafcat y la so­bri­na del pri­me­ro, Tina, a di­fe­ren­tes pun­tos del pa­sa­do. A su vuel­ta re­sul­ta que el Enmascarado Negro via­jó al pa­sa­do y en­tre­gó la for­mu­la de la bom­ba nu­clear a los na­zis, vi­vien­do aho­ra en el Tercer Reich. Aquí se ini­cia un clá­si­co tour por to­da Europa en la que se en­fren­tan con­tra los ejér­ci­tos na­zis in­ten­tan­do evi­tar la des­gra­cia ató­mi­ca. Con los es­te­reo­ti­pos por ban­de­ra se en­fren­ta­rán a una tor­tu­ra­do­ra na­zi y su es­bi­rro hom­bre lo­bo mien­tras agre­den sin pie­dad, por vez pri­me­ra, al Fuyú del pa­sa­do que tra­ba­ja­ba pa­ra los na­zis. Así to­do va avan­zan­do a trom­pi­co­nes, con hu­mor grue­so y de­jan­do la ló­gi­ca de un la­do, osea­se, sien­do co­mo de­be ser un có­mic de Pafman. Y aun­que no res­pe­te si­quie­ra las le­yes de los via­jes en el tiem­po, mez­clan­do los cam­bios del pa­sa­do que afec­tan al fu­tu­ro con los que no, el re­sul­ta­do no po­dría ser más auténtico.

    Una vez más la im­be­ci­li­dad es fuen­te de pro­ble­mas y de so­lu­cio­nes de las más ab­sur­das e in­cohe­ren­tes tra­mas del pa­no­ra­ma in­ter­na­cio­nal. Solo un su­per­he­roe más im­bé­cil que un pe­rro bo­rra­cho se­rá ca­paz de sal­var­nos del ter­cer reich. Al hu­mor des­de la im­be­ci­li­dad sin pretensiones.

  • hermano contra hermano

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    Una gue­rra ci­vil es siem­pre por de­fi­ni­ción una lu­cha fra­tri­ci­da, la di­vi­sión en dos ban­dos den­tro del mis­mo país ha­ce que lo que an­tes eran fa­mi­lia­res y ami­gos en de­ma­sia­das oca­sio­nes se en­fren­te por unos idea­les que ellos no eli­gie­ron. Así da co­mien­zo Civil Wars con una lu­cha por el fu­tu­ro de los superhéroes.

    Después de un ac­ci­den­te en un co­le­gio con 60 ni­ños muer­tos por cul­pa del reality show de los Nuevos Guerreros al in­ten­tar cap­tu­rar a Nitro. A raíz de es­to se pre­ci­pi­ta­ra to­do ha­cia un ac­ta de re­gis­tro que obli­ga­ra a los su­per­hé­roes a ha­cer pu­bli­ca su iden­ti­dad con Iron Man a la ca­be­za. Sin em­bar­go al­gu­nos de los su­per­hé­roes no es­ta­rán dis­pues­tos a acep­tar es­ta si­tua­ción, se­gún ellos, de to­ta­li­ta­ris­mo y se opon­drán fron­tal­men­te an­te la ley con el Capitán América co­mo líder.

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