Etiqueta: The Sky Was Pink

  • No hay risa capaz de agotar el horror

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    Después de una in­ten­sa se­ma­na de es­pe­cial de Halloween, és­te ha lle­ga­do a su fin. Por su­pues­to aún que­da la par­te más im­por­tan­te, que si­gan dis­fru­tan­do con to­dos los con­te­ni­dos que he­mos ge­ne­ra­do, y que pa­sen una es­tu­pen­da no­che don­de se de­jen lle­var por sus pul­sio­nes más da­das a la su­ges­tión es­ca­to­ló­gi­ca; no ma­ten a na­die, pe­ro dé­jen­se asus­tar co­mo si les fue­ran a ma­tar. Como una se­ma­na de con­te­ni­dos que se han ex­ten­di­do más allá del blog dan pa­ra mu­cho, val­ga es­ta en­tra­da co­mo mo­do de dar­les las gra­cias por es­tar ahí pe­ro, tam­bién, co­mo su­ma­rio de to­dos los con­te­ni­dos: des­pués de la re­ca­pi­tu­la­ción de to­das las en­tra­das del es­pe­cial, en­con­tra­rán al­gu­nos links más ha­cia co­sas que ten­gan que ver con el te­rror que ha­ya­mos he­cho es­tos días —bá­si­ca­men­te, el es­pe­cial de Studio SuicideProsa Inmortal—. Disfruten.

    Sumario:

    Especial de Halloween en The Sky Was Pink

    Especial de Halloween en Studio Suicide

    Otras co­sas ha­llo­wee­nes­ca en las que es­ta­mos involucrados

    • Prosa Inmortal. Revista li­te­ra­ria mo­no­grá­fi­ca de pe­rio­di­ci­dad se­mes­tral de áni­mo re­vul­si­vo con una mi­ra­da par­ti­cu­lar ha­cia la li­te­ra­tu­ra de género.
  • Las grandes cosas tienen pequeños comienzos

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    Sometimes to crea­te, one must first destroy
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    Todo tie­ne un co­mien­zo y un fi­nal, y en nin­guno de am­bos ca­sos se eli­ge ha­cer­lo. Nosotros so­mos arro­ja­dos el mun­do, in­de­pen­dien­te de aque­llo que nos creo, y, por ex­ten­sión, to­do lo que crea­mos es arro­ja­do al mun­do, in­de­pen­dien­te de no­so­tros sus crea­do­res: un hi­jo, sea he­cho de nues­tro ADN o de nues­tras pa­la­bras, siem­pre es­tá más allá de los de­seos de su pa­dre. Es de jus­ti­cia que así sea. Uno pue­de pa­sar­se cua­tro años es­cri­bien­do dia­ria­men­te en un blog —por­que, aun­que no lo vean, hay más tra­ba­jo en­tre bam­ba­li­nas que en es­ce­na: el que per­mi­te la es­ce­na— que, en úl­ti­mo tér­mino, es­tá más allá del de­seo pro­pio; el blog crea sus (re)flujos in­vi­si­bles, sus co­ne­xio­nes in­fi­ni­tas, en­cuen­tra sus sim­pa­tías con otros y no siem­pre res­pon­de a lo que no­so­tros creía­mos evi­den­te. También es con­tes­tón, por­que se ob­ce­ca en no de­jar­nos ol­vi­dar que una vez pen­sa­mos di­fe­ren­te, que no­so­tros tam­bién nos equi­vo­ca­mos o cam­bia­mos de pa­re­cer in­clu­so cuan­do no nos da­mos cuen­ta. Y eso es­tá bien, por­que ne­ce­si­ta­mos ver que nues­tro mun­do co­nec­ta más allá de lo que nues­tra ima­gi­na­ción ja­más nos per­mi­ti­ría soñar.

    Después de cua­tro años de The Sky Was Pink han pa­sa­do tan­tas co­sas que se ha­ce lar­go in­clu­so enu­me­rar­las: ha lle­ga­do a si­tios don­de nun­ca crea­ría po­der lle­gar pe­ro tam­bién se ha des­via­do de pun­tos que creía ne­ce­sa­rios al­can­zar: só­lo ha sa­bi­do se­guir su pro­pia ho­ja de ru­ta. Por eso en el cuar­to ani­ver­sa­rio de es­te es­pa­cio só­lo de­seo al me­nos otros tan­tos más pa­ra él y que ex­plo­ren, que ex­plo­ren li­bres ha­cien­do tan­tas co­ne­xio­nes co­mo deseen pa­ra se­guir le­yen­do to­dos jun­tos has­ta que las fuer­zas nos aban­do­nen. Pero co­mo me pa­re­ce mal ce­le­brar un cum­plea­ños sin re­ga­lo, só­lo uno pe­que­ño: gra­cias a es­te blog fui uno de los ga­na­do­res del Premio Ariel me­jo­res blo­gue­ros jó­ve­nes de en­sa­yo y, si lo hi­ce, fue por la se­lec­ción de diez posts del mis­mo. No son to­dos los que es­tán, pe­ro sí es­tán to­dos los que son: si quie­ren sa­ber cua­les ele­gí —con la im­pa­ga­ble ayu­da de Rak Zombie y Anti Nick, por su­pues­to — , pa­sen a con­ti­nua­ción; pe­ro co­mo aque­llo fue ha­ce ca­si un año, en­con­tra­rán tam­bién una se­rie de tex­tos que po­drían ha­ber si­do ele­gi­dos pa­ra la oca­sión de ha­ber si­do es­cri­tos an­tes. Sin más di­la­ción, ha­gan sus co­ne­xio­nes en mi mun­do siem­pre abierto.

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  • Minuto terro-publicitario. O por qué acudir a la llamada de un amigo cuando te necesita

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    Dentro de po­co lle­ga­rá Halloween y, co­mo ya sa­ben, en el blog lo es­ta­mos ce­le­bran­do co­mo si de he­cho el mun­do se aca­ba­ra ese día. Y co­mo es un día de te­rror, don­de las áni­mas deam­bu­lan li­bre­men­te, el blog abre sus puer­tas ese día y só­lo ese día pa­ra que cual­quie­ra pue­da ha­cer su apor­ta­ción; les que­re­mos a us­te­des es­cri­bien­do en The Sky Was Pink pa­ra Halloween.

    ¿Escribir lo que quie­ran? No, eso nun­ca, por­que es­te Halloween es es­pe­cial: ha­ce 10 años Rob Zombie y Sheri Moon Zombie se ca­sa­ron, pe­ro ha­ce 5 años que Rob Zombie es­treno su re­ma­ke de Halloween: ce­le­bré­mos­lo a par­tir de esa ló­gi­ca. ¿Qué les pro­pon­go? Hagan un re­ma­ke de cua­les­quie­ra de las pe­lí­cu­las o can­cio­nes de Zombie. ¿Qué sig­ni­fi­ca es­to? Que quie­ro que ha­gan una se­rie de re­la­tos, crí­ti­cas, es­cri­tos de teo­ría fic­ción o cual­quier co­sa que se los ocu­rra que no ex­ce­da las 400 pa­la­bras por tex­to, que es­té cir­cuns­cri­to den­tro del uni­ver­so Rob Zombie; va­le to­do, siem­pre y cuan­do en­tre den­tro de lo que po­dría con­si­de­rar­se una am­pli­fi­ca­ción de al­gu­na cla­se del par­ti­cu­lar uni­ver­so Zombie. ¿La his­to­ria de co­mo se co­no­cie­ron los pa­triar­cas de la fa­mi­lia Firefly? Pueden ha­cer­lo. ¿Un aná­li­sis fo­ren­se de Michael Myers? Deseando es­ta­mos de leer­lo. ¿Una lec­tu­ra cripto-especulativa so­bre el ca­ba­llo blan­co co­mo sim­bo­lis­mo jun­giano? Está us­ted lo­co, pe­ro no se­ré yo quien le im­pi­da ha­cer­lo. ¿Una es­pe­cu­la­ción de The Lords of Salem a tra­vés de la can­ción The Lords of Salem? Oh, cla­ro que sí.

    Si quie­ren par­ti­ci­par es­cri­ban us­te­des un tex­to que se ajus­te a los cá­no­nes an­tes des­cri­tos, que no su­pere las 400 pa­la­bras (o, si las su­pera, den­me una bue­na ra­zón pa­ra que lo acep­te) y ade­más lle­gue, co­mo tar­de, el día 31 de Octubre a las 11:59 de la aun ne­bu­lo­sa ma­ña­na a mi di­rec­ción de email: mr.mortem(arroba)gmail(punto)com. Con to­do lo que lle­gue mon­ta­ré un pe­que­ño li­bro que se po­drá des­car­gar gra­tui­ta­men­te el mis­mo día de Halloween, pa­ra que así pue­dan leer an­tes, du­ran­te y des­pués del obli­ga­do vi­sio­na­do noc­turno del ci­clo Zombie que de­be­rían ha­cer. Porque si no lo ha­cen, por­que si no aman de ver­dad Halloween, ¿por qué leen és­te blog?

  • subiendo de nivel

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    Lo di­fi­cil no es em­pe­zar sino man­te­ner­se y si al­go sa­be bien es­to es el em­po­rio que for­ma, a su ca­be­za, es­te hu­mil­de blog que es­tán vi­si­tan­do, The Sky Was Pink. Y hoy es­ta­mos de ce­le­bra­ción por­que él cum­ple ya un año y pa­ra ce­le­brar­lo na­da me pla­ce­ría más que nos si­gan por es­ta se­lec­ción mu­si­cal que res­ca­ta bas­tan­te bien el es­pí­ri­tu de es­te, en oca­sio­nes, de­men­ta­do espacio.

    Nathan Fake — The Sky was Pink (Icelandic Version)

    Nada me­jor pa­ra em­pe­zar que la can­ción que da nom­bre al blog. Una can­ción de mi­ni­mal ele­gan­te con un to­que os­cu­ro y ele­gan­te que me ob­se­sio­na­ría du­ran­te al­gún tiem­po has­ta el pun­to de lla­mar al blog co­mo la pro­pia can­ción. La ver­dad es que creo que el tono que de­sa­rro­lla, siem­pre pau­sa­do y os­cu­ro, se ajus­ta bien a mis in­ten­cio­nes pre­té­ri­tas de que fue­ra es­te es­pa­cio. Si las he con­se­gui­do o no, la ver­dad, no es al­go que me preo­cu­pe en lo más mínimo.

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  • no estaba de parranda, estaba en coma

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    Después de un tiem­po sin po­der pos­tear a cau­sa de un im­pre­vis­to cam­bio de ser­vi­dor que se ha alar­ga­do mas de la cuen­ta vol­ve­mos con pi­las car­ga­das dan­dos las gra­cias. Gracias a to­dos los lec­to­res o in­tere­sa­dos que ha­yáis pre­gun­ta­do (o no) por el blog y so­bre­to­do, gra­cias a Mazmardigan que ha he­cho po­si­ble que es­to vuel­va a es­tar en pie, co­mo de costumbre.

    Para que no se que­de en na­da les pro­me­to que in­ten­ta­re pos­tear un po­co mas des­pués de es­te pa­rón for­zo­so y que ya sa­ben don­de en­con­trar­me. Y cla­ro, que Yes, We Pink!, mi sa­crí­le­go tumblr, ha re­na­ci­do de en­tre los muer­tos co­mo el rin­cón com­ple­men­ta­rio per­fec­to a es­te, su her­mano ma­yor. Así una vez mas, pa­sen y dis­fru­ten, mi ca­sa es su casa.