Tomie: pedazos de una obsesión

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Seguimos con las co­la­bo­ra­cio­nes y es­ta vez nos vie­ne brin­da­da por Peter Hostile que nos ha­bla des­de la pa­sión y el co­no­ci­mien­to de una de las obras maes­tras del ge­nial Junji Ito: Tomie. Recuéstense pa­ra co­no­cer lo que hay de te­rro­rí­fi­co en el amor y dis­fru­ten; vi­da só­lo hay una y el amor, des­pués de Tomie, se aca­ba igual que la vida.

¿Alguna vez has que­ri­do tan­to a una per­so­na que lo da­rías to­do por ella? Uno de esos amo­res que sa­bes que te des­trui­rán psi­co­ló­gi­ca­men­te y aca­ba­ran ani­qui­lan­do tam­bién tu cuer­po. Uno de esos amo­res que so­lo cor­tan­do en pe­que­ños pe­da­zos mi­núscu­los el ob­je­to ama­do se con­se­gui­ría lle­gar a com­ple­tar su círcu­lo. ¿Nunca? Entonces no has co­no­ci­do to­da­vía a Tomie.

Tomie es la chi­ca de tus sue­ños, es­pec­ta­cu­lar­men­te be­lla, cau­ti­va­do­ra y tam­bién fría co­mo un tém­pano de hie­lo. Algún día tus pa­sos se cru­za­ran con los su­yos. No te­mas no re­co­no­cer­la, cuan­do la veas sa­brás in­me­dia­ta­men­te que es ella.

Quizás, si tu suer­te lo de­ci­de, pue­da de­jar­te es­tar a su la­do. Eso sí, an­tes ten­drás que ha­cer lo que te pi­da. Será im­po­si­ble re­sis­tir­se a ello, por su­pues­to. Pero no te equi­vo­ques, nun­ca ja­más se ena­mo­ra­ra de ti. Es más, se reirá de tus pa­té­ti­cos de­seos y te ha­rá pro­bar su dul­ce cruel­dad. Quizás su in­di­fe­ren­cia te vuel­va lo­co, pe­ro pro­ba­ble­men­te ya lo es­ta­bas an­tes de to­das for­mas. Quizás in­clu­so de­ci­des des­car­gar al fi­nal tu lo­cu­ra con­tra Tomie ha­cién­do­la tan­to da­ño co­mo ella te ha he­cho a ti. No te preo­cu­pes, Tomie vol­ve­rá una y otra vez sin im­por­tar lo que le ha­gas. Lo lle­va ha­cien­do mu­cho tiem­po an­tes de que la co­no­cie­ras y lo se­gui­rá ha­cien­do to­das las ve­ces que ha­gan fal­ta. Lastima que no va­yas a es­tar vi­vo pa­ra verlo.

Tomie, jun­to con Uzumaki, es sin lu­gar a du­das la crea­ción más fa­mo­sa de Junji Ito. Uno de los au­to­res ja­po­ne­ses más re­co­no­ci­dos y con me­jor pul­so pa­ra re­tra­tar de­li­rios de la men­te y del cuer­po en for­ma­to man­ga. Recopilada en su país na­tal en tres vo­lú­me­nes ha si­do pu­bli­ca­da en mul­ti­tud de paí­ses y ha da­do ori­gen a una fa­mo­sa, pe­ro muy irre­gu­lar, se­rie de pe­lí­cu­las. Al igual que en Uzumaki se nos pre­sen­ta una se­rie de re­la­tos te­rro­rí­fi­cos, des­aso­se­gan­tes, de­pra­va­dos. Todos ellos es­tán uni­dos por un ne­xo co­mún, en es­te ca­so la ob­se­sión en­fer­mi­za ha­cia la be­lle­za y el ob­je­to ama­do per­so­ni­fi­ca­do en Tomie; pe­ro eso sí, es­ta vez des­li­ga­dos de ori­gen y fi­nal. Tomie es el de­to­nan­te y al fi­nal el úl­ti­mo re­ci­pien­te de las mal­sa­nas ob­se­sio­nes de los hom­bres que la ro­dean. Con so­lo una mi­ra­da es ca­paz de que cual­quie­ra se ena­mo­re y pue­da ma­tar y mo­rir por ella. El amor, que de­be­ría pro­pa­gar una nu­be de fe­li­ci­dad y en­so­ña­mien­to rá­pi­da­men­te se trans­for­ma en una pe­sa­di­lla san­grien­ta de la que no hay nin­gu­na es­ca­pa­to­ria. En ca­da his­to­ria des­cu­bri­mos un po­co más de la com­ple­ja re­la­ción que Tomie tie­ne con su en­torno y con­si­go mis­ma pe­ro nun­ca se nos cuen­ta ni de don­de ha sa­li­do ni cual es su pro­pó­si­to, si es que aca­so lo hu­bie­ra. Asistimos pues a una se­rie de vi­ñe­tas don­de ca­da nue­va vic­ti­ma en­tra en una es­pi­ral aún más lo­ca de de­li­rio, tan­to que des­ve­lar aun­que sea un ni­mio de­ta­lle es es­ca­ti­mar­le al lec­tor la po­si­bi­li­dad de, o bien en­co­ger­se de ho­rror o bien re­go­ci­jar­se en se­me­jan­te se­rie de crueldades.

Tomie de Junji Ito es­tá pu­bli­ca­do por Ediciones La Cúpula en dos to­mos. En es­te mis­mo blog pue­den tam­bién leer una se­rie de ideas so­bre otra de las obras del au­tor, Hellstar Remina.

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