The Raid: Redemption, de Gareth Evans
La existencia de la humanidad desde que se ha definido como apegado a una tierra específica a partir del sedentarismo, lo cual permitió toda una concepción monolítica del mundo que sólo permitió prosperar a unos pocos, ha permutado toda convención (psico)geográfica del mundo. Es por ello que, a partir del colonialismo que se produciría en la modernidad, toda la conformación cultural de los diferentes lugares se irían viendo progresivamente eclipsados en favor de un fenómeno que, sin ser nuevo, si se constituía como nuevo motor de lo real-cultural: la metrópolis como paradigma de la existencia. ¿Qué significa esto? Significa que la cultura a partir de éste momento se polariza y se ve impuesta por las decisiones que toman ya no sólo las grandes fuerzas coloniales, como de hecho proclamaba Edward Said, sino que toda esa cultura se produce y fabrica exclusivamente en el seno de la metrópolis; a través del sedentarismo el poder se centraliza en un único punto que se convierte en paradigma de lo real. Pero hoy la cosa tan apenas ha cambiado, pues el paradigma del cine sigue situándose en una metrópolis, Hollywood, a través de la cual se orquesta y soflama como debe ser toda forma de representación fílmica.
La situación de The Raid: Redemption en este contexto parece ser la antítesis de lo que podríamos considerar ideal, ya que siendo una película indonesia con actores locales sólo se explica su distribución internacional por el hecho de que el director, Gareth Evans, sea americano y que la película se circunscriba en el universal entendimiento del cine de acción. Nada en la película nos resulta ajeno, a pesar de la diferencia idiomática y actoral, porque de hecho todo en ella nos resulta culturalmente familiar ‑el edificio dominado con mano de hierro por un mafioso local, el lento avance piso a piso por éste cuando se convierte a su vez en una trampa mortal,los espectaculares enfrentamientos acrobáticos- se van sucediendo a lo largo de la película con una naturalidad pasmosa. Si la metrópolis ha apadrinado esta película como hija suya, como parte de su canon cultural, es porque de hecho aparenta ser desde su génesis parte de ella. Para nuestra fortuna, no es exactamente así.