Filosofighters, de Raoni Maddalena
Aunque a la mayoría de filósofos les gustaría pensar lo contrario, la reflexión filosófica, del pensamiento, no está desligada de ningún modo del mundo en el que habitan aquellos que permiten esa reflexión en tanto tal. La influencia que confieren entre sí los diferentes objetos de pensamiento es algo que se va filtrando de modo natural entre los diferentes ecosistemas ‑o medios, para aquellos que aun prefieran usar una terminología heredada de las teorías de la comunicación- produciendo que unos respondan ante los otros, compartiendo no sólo terminología, algo obvio desde que los llamamos ecosistemas, sino también los objetos de su pensamiento en tanto tal. No debería resultarnos extraño pues que algo tan aparentemente lejano como el videojuego pueda encontrar en figuras como Gilles Deleuze o Baruch Spinoza una base teórica a través de las cuales pensar su propio paradigma; la filosofía, en tanto conocimiento imbricado necesariamente en lo humano en tanto pensamiento radicalmente humano, se amolda con facilidad a cualquier impresión creada por esa misma humanidad. Creer que del videojuego no se puede hacer filosofía o de la filosofía videojuego es quedarse anclado en la terrible ceguera de una modernidad que insistió en mutilar la propia capacidad de conocimiento del hombre.
Ahora bien, si nos resulta más o menos natural que la filosofía piense al videojuego ‑lo cual no deja de ser algo que ya ha sucedido antes, pues siempre ha existido un interés por pensar el juego y sus implicaciones en el mundo- que el videojuego piense a la filosofía resultará, a la inmensa mayoría de las personas, un horror antinatural. Aunque en realidad esto no es precisamente nuevo ni desconocido para cualquier jugador que se precie de serlo, pues a fin de cuentas hay una larga tradición de videojuegos con ascendencia filosófica en su seno, no es menos cierto que no ha sido nunca cristalizado de una forma más allá de la influencia teórica-conformativa en un plano más o menos secundario, no siendo la base en sí misma. ¿Pero acaso es posible concebir un videojuego cuyo entendimiento primero sea la filosofía ‑que no la reflexión filosófica- en sí y para sí misma? Sí, en el caso de Filofighters.