Los mecanismos del auténtico humor siempre deben estar, con necesidad, por delante del pensamiento establecido en la sociedad. En tanto el humor es una fuente a través de la cual huir del terror presente, el que se da ahora aquí, su labor es necesariamente la de una desterritorialización de la voluntad, pues a través del humor intentamos eludir una acuciante situación de impotencia. Esto nos deja en la disposición de que, como apuntaba Darío Adanti en “Una risa nueva”, el humor es el planteamiento del fracaso de las disposiciones que deberían haber acabado bien; toda muestra de humor se basa en el fracaso, parcial o absoluto, de lo intelectivamente establecido como pauta. Siguiendo esta teoría entonces el post-humor no sería el regodearse en el fracaso sino en tener la certeza de que el fracaso está ahí necesariamente y, por tanto, lo que se debe hacer es explorar los límites mismos de la singularidad de ese fracaso. Y si alguien ha conseguido esto con una singularidad única son, sin duda alguna, Los Pioneros del 2000 con “Go, Ibiza, Go!”.
En “Go, Ibiza, Go!” nos encontramos una suerte de magazine donde se parte de las premisas de una auténtica diarrea mental vertida durante un mal viaje de LSD. Los invitados miran a cámara con gesto impávido mientras les bombardean con preguntas inenarrables, un fracaso en sí mismo de todo intento de comunicación, mientras su presentador, Didac Alcaraz, dispone toda clase de irregularidades que vulneran cualquier noción de cortesía o saber estar social. Y es que él, en tanto héroe sadiano que quiebra cualquier noción de moral social, es la auténtica base del programa: deslumbra como héroe crepuscular que fracasa perpetuamente en cualquier intento de actuar de forma heroica convirtiéndose en un epígono heróico en su fracaso; Didac Alcaraz es la noción del presentador sublimado en el fracaso mismo, su triunfo es conseguir dotar de identidad su fracaso. Sus invitados, entre impávidos y perplejos, sortean la montaña de surrealismo mediante más fracaso haciendo que incluso el entrevistado, único punto de enlace con la lógica, se trastorne en una suerte de monstruo anormalizado, precisamente, por su normalidad carente de sentido en el contexto del fracaso perpetuo del post-humor.
Lo sublime en “Go, Ibiza, Go!” se encuentra en la capacidad de crear un contexto de fracaso tan agudizado, tan denso, que toda normalidad se convierta en un caso de intolerable anormalidad; el post-humor crea un fracaso hiperbólico en el cual cualquier reacción escapa siempre de la noción de Lo Normal. Es por ello que el humor se define precisamente en una clave de desterritorialización: aleja el centro de gravedad de la normatividad hasta situarlo más allá de todo posible entendimiento en un nuevo contexto. El humor os salvará de las cadenas de la normalidad.