Este texto fue publicado originalmente el 28 de septiembre de 2017 en la revista cultural Canino. Ha sido reeditado y remaquetado para la ocasión.
Si al manga se le ha acusado frecuentemente de ser violencia sin sentido, aún más frecuentemente se ha utilizado el argumento de que no son más que historias románticas sin pies ni cabeza entre personajes de ojos desproporcionados. Y si bien lo de los ojos es cierto a medias —salvo casos excesivos, no están desproporcionados: son así de grandes para transmitir mejor los sentimientos de los personajes — , en lo otro hay un prejuicio que no nos apetece pasar por alto. No cuando esas historias románticas pertenecen a un género que, por lo general, suele reducirse a mucho menos de lo que es: el shōjo.
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