La belleza de lo útil es aquello que escapa al ojo de quien no es capaz de apreciar la profundidad de su sutileza. Si algo es útil a simple vista, sin necesidad de reflexión ni pensamiento, su belleza nunca llegará a los estratos que encontramos en aquello que se demuestra flexible, sutil y elegante — desconocido para aquellos que sólo son capaces de ver, o sólo les interesa apreciar, las capas superficiales de las cosas. Las cosas inmediatamente útiles solo son, a ojos de la mayoría, simplemente útiles. Una cuchara, por ejemplo, es excepcionalmente útil, pero esa utilidad tan evidente también lo hace un objeto artísticamente frágil; es fácil darla por hecha, no encontrar belleza en la misma, porque rara vez necesitamos dedicarle un segundo pensamiento: una cuchara sirve para comer, es evidente como se usa y no es necesario que ocupe un espacio en nuestra cabeza. Incluso si, desde una posición más flexible del pensamiento, podríamos descubrir el excepcional interés de esa sencillez.
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