La normalidad no existe. Por más que pretendamos vivir en tiempos anormales, lo único que ha ocurrido es que se ha estandarizado la anormalidad pública; ahora parece como si todos viviéramos la misma vida, los mismos problemas, los mismos conflictos, y que son diferentes a una hipotética vida normal anterior, también compartida por todos. Nunca ha habido una vida normal compartida, y en la supuesta anormalidad tampoco vivimos igual todos. Pero en vez de hablar de tragedia, logros o, en general, los términos de un discurso capitalista, acabemos el año del único modo que sabemos: hablando de las obsesiones que nos han dado forma a lo largo del año.
Porque este año ha sido fecundo en obsesiones. Algunas se repiten, las series de televisión parecen excepcionalmente bien representadas, y los videojuegos parecen ceñirse a dos o tres nombres muy específicos, pero la diversidad, las líneas divergentes y las obsesiones particulares siguen tan presentes como siempre. Porque cada lista es tan singular como la persona que la compone.
A fin de cuentas, ese es el espíritu de esta lista de listas. Romper con el concepto de normalidad. Reconocer que no existe canon respetable que no sea una adición abierta de puntos de vista; que no existe hegemonía que respetemos, incluso si es de nuestra cuerda. Por eso aquí va la lista de listas, otro año más. Para que la pluralidad de voces nos dejen entrever algo diferente a un estandar de normalidad y nos permita ver el mundo bajo el prisma de multitudes que es nuestro mundo.
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