el freak mató a la boyband

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Somos una ra­za de con­tras­tes ca­pa­ces de lo me­jor y de lo peor, de lo más úni­ca­men­te hu­mano y de lo ex­tre­ma­da­men­te in­hu­mano. Somo, en fin, una ra­za vio­len­ta ten­den­te al amor, lo cual nos lle­va a un eterno cam­bio. Y tam­bién nos gus­ta el es­per­pen­to, co­sa que sa­ben muy bien Hot Chip. 

En su ya ce­le­bre I Feel Better nos pre­sen­tan un te­ma de re­mi­nis­cen­cias loun­ge que nos re­cuer­da lo que se ha­cía en Ibiza allá por me­dia­dos de los 90’s. Su mú­si­ca y su le­tra, dul­ce a la par que me­lan­có­li­ca, nos dan un per­fec­to re­fle­jo del ser hu­mano. Claro que tam­bién lo ha­cen al pre­sen­tar­nos una boy­band sien­do bru­tal­men­te ma­sa­cra­da por un ex­tra­ño hom­bre ves­ti­do con una tú­ni­ca blan­ca que lan­za ra­yos blan­cos por la bo­ca. El triun­fo del in­die, del ra­ro, del freak co­mo epi­to­me de lo de­sea­ble y as­pi­ra­ble que des­ban­có, pre­ci­sa­men­te pa­sa­dos los 90’s, al chu­li­to gua­pe­ras de la boy­band. Hoy na­die quie­re ser los Back Street Boys, to­dos quie­ren ser Radiohead. Aunque sean unos u otros nin­gu­nos se li­bran de los cen­su­ra­do­res ra­yos lá­ser del pro­duc­tor, que no du­ra­rá en ma­sa­crar­los vil­men­te cuan­do con­si­de­re que no les son ren­ta­bles sin aten­der más que a sus ar­bi­tra­rios y, pro­ba­ble­men­te, alea­to­rios de­sig­nios. Eh, ne­ne, el es­pec­tácu­lo es duro.

Sea co­mo fue­re de al­go no nos ca­be du­da al fi­nal, el ser hu­mano es un en­te de con­tras­tes que va fluc­tuan­do in­va­ria­ble­men­te en­tre lo me­jor y lo peor. Y que los ra­yos de ener­gía molan.

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