El ser humano es una entidad que, le guste o no, se edifica a través de una serie de constructos sociales a través de los cuales poder identificarse. En tanto se guía por constructos sociales ‑y, de hecho, el mismo es un constructo social en sí mismo- se aleja de cualquier identidad natural o naturalizada de la noción del hombre; los humanos no son más que constructos humanos de su propio pensamiento. Por supuesto si seguimos esta teoría de índole posmoderna hasta el final nos encontraremos con que cierra cualquier posibilidad de acotar discurso alguno sobre nada que exista en el mundo y, ni siquiera, del mundo mismo pues éste sólo existe en tanto exista una voluntad humana. El problema de este reduccionista todo vale es que la cultura acaba convirtiéndose en una mera mímesis y aplicación de constructos basados en intereses y no en hechos objetivos, aun cuando estos hechos objetivos, por pura necesidad, no sean legislados, o inviolables, sino normativizados, o violables. Y he aquí la premisa intelectiva básica a través de la cual deberíamos empezar a abordar “X” (aka Erased) de Percival Everett.
Un hombre de buena familia de educación exquisita, Thelonius “Monk” Ellison, ve como una y otra vez su carrera literaria es estanca debido a que su literatura está asociada de forma indefectible a la ausencia de su negritud; su reescritura de “Los persas” de Esquilo tiene tan poco que ver con la realidad social de ser negro en EEUU como sus anteriores obras. A su vez la cuasi analfabeta Juanita Mae Jenkins se hará famosa a través de una novela ridícula, cargada de tópicos, sobre la realidad de la calle. Por los problemas que surgirán en el seno de su familia, punto central que se está desintegrando de forma radical, escribirá una sátira brutal sobre la literatura de la calle: Porculo.
La vida en la calle como zeitgeist de un esclavismo neo-colonial contemporáneo es la base de la obra maestra que tenemos entre manos: Porculo. Con un estilo ágil, repetitivo y sin ninguna deuda literaria más allá que con respecto de esa verdad brutal del guetto su autor, Stagg Leigh, ex-presidiario con una gran historia entre paredes de EPS y fibra de video, nos presenta ese rico mundo infestado de violencia mal dirigida. Recuerden, lectores nuestros, si quieren conocer la auténtica constatación brutal del presente lean a Stagg Leigh, Porculo.
Publicado originalmente en “¿Qué leer?¡Yo lo sé! #723” por Alberto Sartre.
“Porculo” es una sátira demasiado fina como para que sean capaz de entenderlo una masa que ha demostrado ya en demasiadas ocasiones que incluso el texto más eruditamente accesible les queda grande. Y es que, en último término, todo son lugares comunes: brutales disertaciones ‑y, por supuesto, su concatenación en forma de acciones- sobre el deseo de la violación, o la criminalidad en general, se acompañan de un surtido lenguaje obsceno donde se llega a repetir durante más de media página una enumeración sin sentido de “Vete a tomar porculo.” entre el protagonista y El Amarillo. Es tan hiperbólico, innecesario y absurdo que encaja a la perfección con la idea que tiene el ciudadano medio de lo que supone ser negro; para los demás todo hombre que no viva su vida común o sus aspiraciones es un pobre desgraciado que vive en la marginalidad más absoluta. Es por ello que aquí se cosntruyen unos constructos sociales que no representan la realidad: la idea de que es ser negro no es la realidad sobre ser negro, es la idea que se hace el común de los ciudadanos de pseudo-clase media sobre lo que supone la negritud; es puro racismo.
El problema de Thelonius Ellison es que es demasiado inteligente para ser comprendido, pero demasiado estúpido para conocer las reglas del juego. Va dando bandazos sin dirección con una literatura erudita, cargada de ideas a través de un provechoso estilo fragmentario, sin llegar jamás a cristalizar nada que no sea clasificado en uno u otro extremo. Es incapaz de comprender que, jamás, podrá triunfar en un mundo donde el relativismo posmoderno, en su forma de dogmas inamovibles, se ha apoderado de la intelectualidad contemporánea. Borra la idea del constructo si quieres poder comprender en verdad lo que se esconde más allá del microcosmos.
Reductio ad absurdum
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