El superhéroe, en tanto entidad que oculta su identidad tras un carácter mitológico de sí, carga sobre sus hombros un grave problema de identidad: está desdoblado en dos entidades autónomas una de la otra. Esto que es algo connatural a Superman por su profesión, pues la labor de periodista de Clark Kent se dirige en el mismo camino que la labor heroica de su condición secreta, no ocurre con el sujeto que nos ocupa, Batman, ya que su vida como Bruce Wayne para dirigirse como un paréntesis ajeno a su labor como Batman. Es por eso que es muy interesante “Los Archivos Negros”, las historias que inspiraron “Batman R.I.P.”, ya que nos permite rastrear algunas de los orígenes y soluciones de las problemáticas identitarias del hombre murciélago.
El primer problema identario de Batman es uno evidente: la relación psicosentimental con respecto de Robin. Sea cual sea la encarnación de Robin que eligamos para abordar esto ‑que, en éste caso en particular, sería el Robin original Dick Grayson- todos los personajes son una proyección del propio Bruce Wayne: huérfanos con ansiedad justiciera que buscan darle una retribución, en forma de lucha contra el crimen, por su propia perdida; Robin es, por definición, la proyección de un carácter identitario juvenil de Batman. Pero esto que adoptamos hacia Robin en realidad es un carácter que se debería extender hacia todos cuantos rodean a Batman pues, como resaltaría el siempre insigne Henrique Lage en su excelente “Como transformar un hogar roto en una Batcueva”, esa necesidad de Bruce Wayne de rodearse de menores con problemas parte de su propia infancia, de la necesidad no sólo de proporcionarles lo mejor a aquellos que se ven en una situación similar a la suya, sino de crear en su entorno la familia que nunca tuvo. Y eso se vuelve algo muy evidente cuando en “Robin Muere Al Amanecer (Parte 1)” la única posibilidad viable que ve Batman a la muerte de Robin, de su única y verdadera familia, es dejarse el también a la muerte aunque, finalmente, resultara ser sólo una fantasía que le produce un grave trauma, aparentemente, aun mayor que la muerte de sus padres que sólo se solucionará cuando salve la vida de Robin realmente. Porque, finalmente, Batman se identifica con Bruce Wayne, y con su cordura, a través de su familia.
Esta necesidad de aunarse a la familia, a lo familiar, se vislumbra también en la encantadora historia de “¡El primer Batman!” donde se descubre que, en primera instancia, el padre de Bruce Wayne llevaría, originalmente, un traje de Batman para una fiesta de disfraces donde frustraría un acto criminal. De éste modo se nos explica el por qué de la obsesión de Bruce Wayne con la silueta del murciélago: su traje, como todos sus gadgets, son una evocación de la figura paterna. De éste modo cuando usa un batarang no sólo está usando un bumerang en forma de murciélago, sino que está usando un objeto fetichizado con la presencia psiquista de su padre.
Esto nos enseña como Batman asocia su identidad como luchador contra el crimen a su identidad como el millonario Bruce Wayne: sólo a través del disfraz de hombre murciélago es capaz de sintetizar aquello que le resulta familiar (la presencia de su padre) con su necesidad de justicia fraternal (la lucha contra el crimen). Aunque en historias como “El hombre que frustró la carrera de Batman” vemos como en un caso último es capaz de adquirir una entidad alternativa ‑que será, en este caso, Starman- al final debe volver a su entidad anterior o retirarse; Bruce Wayne es indisoluble de Batman desde el mismo instante que ambas identidades se sintetizan a través de la idea de ser una entidad nuclear, de ser figura y psiquismo paterno. Es por eso que cuando ocurre “¿De verdad soy Batman?” donde comprueba como nadie es capaz de reconocerle como Bruce Wayne sino como un farsante que se hace pasar por Batman sólo encuentra la solución de dirigirse en un tour de force auto-destructivo en busca de la demostración de su identidad auténtica. Batman no es un psicótico con doble personalidad sino que es un nómada con identidad variable pero siempre bien afianzada sobre un nodo idenditario.
Por eso mismo, saltando hasta la reciente época con Batman de Grant Morrison, cuando éste se encuentra con la memoria borrada al borde del abismo por una administración masiva de drogas por parte de sus enemigos sólo le queda la posibilidad de asumir una identidad terciaria: Batman de Zur-En-Arrh. Esta identidad ‚una versión de Batman subconsciente y profundamente psicótica ‑y lo es hasta el punto de ver a Bat-mito, un genio que haría su aparición en “Batman conoce a Bat-mito”-, se constituiría como un mecanismo de seguridad dentro de lo más profundo del subconsciente; la identidad del vampiro como justiciero, como defensor de la identidad polar Bruce Wayne-Batman, produce que en la psicósis lo natural sea una tendencia hacia convertirse en Batman de Zur-En-Arrh, una entidad familiar pero primitiva.
¿Y como se cura, en último término, la psícosis del Batman de Zur-En-Arrh? A través de la batfamilia. Si por ejemplo en “La criatura murciélago” sólo la intervención de Robin y Batwoman consiguen pacificar y dirigir en su bestialidad a un Batman mutado en monstruo, en “Batman R.I.P.” nos encontraríamos que el único capaz de devolver la cordura de Batman sería Nightwing, también conocido como Dick Grayson, el Robin original. Es por ello que la familia ‑y, en familia, podríamos entender todos los Batman de otras nacionalidades que se nos presentan en “¡Los Batman de todas las naciones!” y recalaran de nuevo en “Batman R.I.P.”- acaba por situarse como el núcleo constante definitorio de él; sólo en el otro entendido como aquel que yo adopto como imagen y semejanza de mi mismo puedo encontrar mi razón de ser. Es por eso que su identidad de Bruce Wayne va tan íntimamente ligada a la de Batman como lo está de todos aquellos que, de una u otra forma, fueron originados a raíz del trauma original, y sus propias versiones en cada caso, del crimen original de la perdida paterna. Porque si Batman es una figura paternal lo es en tanto entidad mitológica, porque como hombre “de carne y hueso” es sólo uno más de los huérfanos que conforman la familia de los Batman. La identidad nace en la fetichización de los rasgos experienciales de las personas a las que admiramos o perdimos.
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