Copa, de Dj Hell
El sueño del (post)adolescente medio desde hace ya algo más de veinte años es la posibilidad de alcanzar la fiesta perpetua, la posibilidad de una fiesta inagotable que se auto-perpetua en su propia condición de fiesta. Esto, que en realidad no es nada nuevo, es una concepción que se lleva generando desde el principio de los tiempos, aunque sólo ahora se haya democratizado la fiesta ‑como coto no exclusivo de una catarsis colectiva necesariamente revolucionaria, cabría añadir- hasta el punto de convertirse en tótum revolútum de la propia noción original de fiesta; lo que en principio era una comunión catártica basada en la anulación de toda racionalidad consciente ha ido derivando, lentamente, hasta orillar en mares más fértiles. Por supuesto poca gente mejor habría que Dj Hell para abordar esta problemática que está íntimamente ligada por la capacidad catártica del techno.
En Copa, canción que nos servirá de punta de lanza de esta ontología de la fiesta, Dj Hell toma como sampler Copacabana de Barry Manilow para hacer una nueva concepción de la fiesta; si Copacabana es, aun hoy, sinónimo del loungue que acompaña las fiestas más tórridas, Copa sería la perversión impúdica de este sueño imposible de placer. La canción avanza en un comienzo a trompicones hasta que lentamente se va definiendo en una melodía principal que, lentamente, se va haciendo con el poder hasta definirse en una suerte de deceso techno de aires tropicales en los que nos sumergimos en esas exóticas playas de excepción continua de la realidad. Lo único que nos hace salir momentáneamente de esa noción son los cambios de ritmo, tan alocados como aparentemente aleatorios, que van configurando una percepción particular de la progresión festiva. La sublimación se da de un modo furtivo en una manipulación constante del ritmo que acontece naturalizado en la música.