Mācina multa minax minitātur maxima mūrīs
Quinto Ennio
El egotismo, si queremos entenderlo en el sentido más estricto en el cual se circunscribiría, sería la tendencia a la búsqueda de aquello que satisfaga de un modo absoluto a uno mismo. Es por ello que más que egoísmo, esa t infame es la marca que le señala en proximidad al narcisismo: egotista no es aquel que no piensa en los demás, sino aquel que hace aplicación de una constante necesidad de alimentar su propio ego. Es la caza de felicidad sin concesiones.
A Stendhal se le suele juzgar desde las coordenadas del egotismo, de como sus personajes siempre desarrollan una búsqueda de la felicidad que les lleva a transitar por el lado más oscuro de todas las formas del poder en sociedad. También es común hablar de el como romántico, aludiendo a la función integradora de unas grandes pasiones que constantemente están llevando a sus personajes más allá de toda connotación de sobriedad que debería ser propia a cualquier individuo bien dispuesto de la sociedad del XIX; sus personajes se dejan arrastrar por grandes pasiones sólo en tanto son egotistas: si fueran prudentes o egoístas, necesitados o triunfales, no se dejarían arrastrar por unas grandes pasiones que siempre les dejan situados en una evidente posición de debilidad. El problema es que también suele afirmarse que Stendhal es un ejemplo radical del realismo en la literatura, ¿cómo puede ser realista alguien que parte de mostrarnos la psicología interna de unos personajes desquiciados por unas desgarradoras grandes pasiones que en la realidad no son, por pura lógica, así de desgarradoras? Si realista es alguien que compone discursos internos de pasiones literarias, entonces deberíamos entender que científico es aquel que escribe ciencia ficción.