Todos conocemos a Sherlock Holmes, nadie conoce a Sherlock Holmes.
Si bien la frase anterior puede parecer pretenciosa o estúpida, algo a lo que sin duda contribuyen los juegos tipográficos, en realidad tiene un sentido práctico: todos conocemos al insigne detective londinense más de oídas que de primera mano. Esa es la crueldad de su sino. Por haberse hecho inmortal también se ha hecho polimorfo. Ya sea por sus muchas adaptaciones audiovisuales, por la influencia que ha tenido en cierta clase de novela detectivesca posterior o por el mero conocimiento popular, nuestra idea del personaje está viciada de ciertas ideas preconcebidas que no tienen porqué ser ciertas. Incluso cuando sí lo son.