Entre el cambio, entendido éste como permutación, y la evolución, entendida como metamorfosis, no es sólo que haya diferencias sino que son hechos diametralmente diferentes. Mientras en el cambio uno “muda de piel” dejando su carácter anterior por el camino, transmuta su forma de ser, en la evolución a partir de elementos ya distinguibles con anterioridad va “afilando sus aristas”; mientras el cambio es una auto-negación la evolución es una auto-afirmación. Esta evolución es lo que nos concede Boris en su trilogía: New Album, Attenttion Please, y Heavy Rocks.
El primero disco nos enseña las cartas ya antes de jugarlas en su muy explicito nombre: New Album. El disco nos presenta una faceta nueva, radicalmente diferente del grupo, donde en vez de desarrollar sus clásicas y pesadas melodías se deciden por un estilo más ligero y manejable; hacen un giro de tercio hacia un estilo más pop. Esto, en términos de Boris, significa que siguen siendo predominantes las murallas de ruido y el estilo clásico del stoner sólo que rebajados hasta los mínimos tolerables para el público más general o, mejor dicho, para lo que un música de metal extremo considera el público general. El resultado es un conjunto oscuro, que siempre esconde esa personalidad exultante de Boris, con un particular predominio de bajos y guitarras psychodélicas diluidas en su aceleración; hacen de su discurso algo mucho más complejo como modo de acercarlo a una nueva simplicidad. Éste es el caldo de cultivo de un disco que hay que escuchar detenidamente para encontrar lo que esconde en lo más profundo de su seno: una palpitante marisma de estilo en evolución.
No deja tampoco nada a la imaginación el nombre de su segundo disco por irónico que éste sea: Attenttion Please. Si al finalizar New Album dieron vueltas sobre si mismos en Looprider el resultado es que aquí han conformado una crisálida a su alrededor. Con una tensión que prácticamente se puede palpar evolucionan las murallas de ruido blanco, haciéndolas aquí más presentes, pero dándole una especial repercusión a dos elementos en particular: las cuerdas ‑en forma de violines o de electrónica- y las voces femeninas. Aquí plasman su lado más ctónico, fanganoso y subterraneo, acompañándolo con el paradójico tránsito hacia los instrumentos más aéreos; hacen de éste disco algo ligero a la par que pantanoso: se vuelve más oscuro y pesado sin nunca desdeñar el paradójico carácter de estar siempre situado en el más cavernoso de los vuelos. Conforman y pulen todo lo que ya había antes en juego de tensiones, siempre en confrontación, entre los diferentes caracteres que van chocando a lo largo del disco. Todo para que, en Hand In Hand, la crisálida comience abrirse en una especie de perverso enka por el amor de un monstruo que ya conocimos y su retorno está próximo.
Para el último disco dejan la resurrección, cuando la mariposa sale ya conversa de su capullo, última: Heavy Rocks. Nombre heredado de su cuarto disco incluso la portada es la misma sólo que donde antes era naranja ahora se ha convertido en violeta; es el cambio que confirma el culmen de la última década de trabajo. Aquí nos encontramos los Boris clásicos con un stoner salvaje, guitarras psychodélicas disparadas por todos lados, melodías eternas de drone doom y unos bajos recién reverberados desde las cismas del infierno. Pero no es lo mismo. Despojándose de todo lo sobrante se han quedado en una estilizada malla de sonido donde antes había un muro donde sólo cabe aquellos mínimos elementos para configurar su discurso; se desprenden de toda convención de género de forma definitiva para ajustar a un único canon: el canon de Boris. De éste modo Heavy Rocks es tanto un principio como un final ya que, después de éste disco, jamás se podrá volver a hacer música experimental desde el metal extremo sin tenerlos en mente. No es que Boris hayan situado un paradigma de que debe ser el auténtico grupo experimental, es que ellos son el paradigma.
Después de esta demostración de principios sólo nos queda sentarnos, disfrutar de lo que tenemos, y esperar pacientes cuales serán las semillas de la evolución más espectacular de las últimas décadas. Si existirá vida después de Boris, siquiera si ellos sobrevivirán a sí mismos, es algo que no podemos saber, por eso, ahora es momento de disfrutar del mágico instante en que estamos viviendo mientras dure; mientras esté en nuestros corazones. La evolución es saber llegar hasta el lugar donde sólo uno mismo podría haber llegado.