Otra semana más. Otra ocasión para los Colores prohibidos.
Esta vez cambian las tornas. Tenemos bastantes libros, hablamos mucho de la diferencia en la representación entre lo escrito y lo observado, todo cortesía de Otsuichi y John Berger. Además, también tenemos sitio para los clásicos, porque Cumbres borrascosas no envejecen nunca. En tema cine vamos más escasos, pero todavía tenemos de qué hablar: especialmente de Raw, de la cual tenemos un artículo en esta misma santa casa que marca (¡por fin!) el retorno a la producción de contenido propio. Para rematar, en lo musical, volvemos al siempre imprescindible Nick Cave y echamos un vistazo a lo último de Omar Rodríguez-López. O lo que era lo último la semana pasada, ya que su ritmo de publicación durante el 2017 resulta imposible de seguir. Entre las cosas que se están haciendo, sencillo: algo política, bastante videojuegos.
Nada más, nada menos. Que no es poco. No cuando vuelve The Sky Was Pink con un artículo largo, además de estos repositorios. Pero no sigamos demorándonos. Ya lo hemos hecho lo suficiente. Sólo recordar que la lista de Spotify, Banzai! Banzai! Banzai! sigue creciendo. Poco a poco. Siempre hacia adelante. Como Colores prohibidos.
Lo que hago
Goth, de Otsuichi | Goodreads
En el género del suspense hay ciertas claves absolutas. Inviolables. Rasgos que no pueden esquivarse si se desea que la obra siga circunscrita en el género. Debe haber alguna clase de misterio, es necesario poder conjeturar qué o quién es el culpable del mismo y la revelación debe ser sorprendente, pero todavía asentada sobre la información que se nos ha ido dosificando a lo largo de la historia.
O lo que es lo mismo, en el suspense se hace a gritos lo que en cualquier otra expresión narrativa se hace entre susurros.
Goth, de Otsuichi y Kendi Oiwa | Goodreads
No es verdad que una imagen valga más que mil palabras. Depende de qué imagen. De qué palabras. Existen imágenes equívocas, imágenes malintencionadas e, incluso, imágenes falsas. En ese caso, cualquier palabra sincera, por imprecisa que sea, resulta más efectiva. Pero incluso así, la problemática no reside en cuál de ambos procesos es más válido para transmitir lo real. Ambos lo son. El problema reside en qué medio es más efectivo transmitir un determinado mensaje: si el de las imágenes o el de las palabras.
Cuando las palabras deben convertirse en imágenes, ocurre Goth. Porque el dibujo y la composición de Kenji Oiwa intenta hacernos vivir la misma experiencia que las palabras de Otsuichi en la novela que adapta.
Cumbres borrascosas, de Emily Brönte | Goodreads
Hay quien defiende que la literatura debe tener una labor moral. Que debe educar en valores positivos a quien la lee. Pero a diferencia de lo que creen esos curas de púlpito, libro u hoz y martillo, la literatura sólo tiene obligaciones estéticas. Su finalidad, aquello que transmite, debe quedar sólo entre el libro y el lector. Y si se tercia, que no siempre, con el autor mediando.
Cumbres borrascosas es un libro sobre el amor. Específicamente, sobre cómo el amor lo puede todo.
Ways of Seeing, de John Berger | Goodreads
Algo que sabe cualquier artista es que la mirada debe ser educada. Que todos vemos, pero no todos sabemos mirar.
Esto puede sonar raro, pero pensemos un momento. ¿Son el morado y el violeta el mismo color? Para muchas personas, la respuesta es obvia: no. Pero para otros muchos, esa respuesta no es tan obvia. Y si ponemos una muestra de ambos colores, no poca gente se confundiría o no sabría decir qué color es cada cual. Y sería normal. Porque nosotros vemos de forma pre-lingüística, pero observamos con el lenguaje. Si percibimos el morado y el violeta (y el lila y el magenta y el burdeos) como colores diferentes, no como meras gradaciones del mismo color, es porque sabemos como mirar a los colores. Cómo diferenciarlos.
Raw, de Julia Ducournau | Letterboxd
Para vivir en sociedad se nos exige ser normales. Mediocres. En la media. Esforzarnos lo suficiente para dar la sensación de haberlo dado todo, pero no lo suficiente como para que cambie algo en nosotros o en nuestro entorno. Porque ser normal significa anular la diferencia. Borrar todo lo que no esté socialmente sancionado. Y si para eso es necesario automutilar nuestra identidad, que así sea.
A Cure for Wellness, de Gore Verbinski | Letterboxd
En el cine el valor de una obra no es la mera suma de sus partes. Puedes tener una fantástica fotografía, una interesante banda sonora, un guión sólido y una buena dirección y que el resultado sea una película soporífera incapaz de fascinar a nadie que no venga ya de casa con la saludable intención de enamorarse. Porque en el cine, como en el arte o en la cocina, lo importante es la mezcla. Cómo confluyen los elementos. Y en A Cure for Wellness cada cual acaba yendo a su aire.
Siguiendo la historia de una extraña clínica que ejerce como retiro espiritual para los privilegiados, su conflicto resulta tan ridículamente endeble (el protagonista se ve obligado a ir a la clínica en busca del CEO de la empresa en la que trabaja) que la película se acaba sosteniendo sobre el único elemento indiscutible de la película: su capacidad para evocar un ambiente de pesadilla perfectamente aséptico, frío y distante.
Colossal, de Nacho Vigalondo | Letterboxd
Nacho Vigalondo es la eterna promesa. Cada nueva película suya roza la genialidad, pero nunca logra alcanzarla. Nos hace pensar siempre la próxima será la buena, pero cuando llega la próxima, vamos al cine ilusionados y, una vez más, nos vamos a casa con la sensación agridulce de que será la siguiente.
A Colossal es imposible entrar sin expectativas. Siendo la versión del kaiju eiga de un director tan personal, es imposible que no sea interesante.
Nick Cave & The Bad Seeds – Skeleton Tree (2016) | Studio Suicide
A Nick Cave el tono elegiaco se le da por sentado. Sus obsesiones, siempre entre dios y la mugre, como si sólo fuera posible encontrar un acto de fe verdadera o un milagro realmente valioso cuando se mira hacia los menos afortunados, hacen imposible que pueda ir más allá de la nausea como convención poética. Como tema. O si se prefiere, como pegamento: aquello que mantiene unidos todos sus intereses es la pasión con los que los observa desde el punto de vista de los callejones más oscuros.
Taxidermias concretas vol. V | Studio Suicide
A Omar Rodríguez-López no le asusta nada. Ningún género. Ninguna instrumentación. Todo es apto para sus ideas. Y si en Birth Of A Ghost debe coquetear con las orquestas y con la música asiática, especialmente la étnica china, y hacer lo más parecido a una opera de la dinastía Ming en pleno siglo XXI, o la banda sonora de un J‑RPG clásico, que así sea. Porque por el camino, nos dará una pequeña joya que nos hará recordar, una vez más, que lloramos poco a The Mars Volta. Incluso si hay océanos enteros de sus lágrimas.
Be normal. Raw, antropofagia y el terror de la palabra «normal» | The Sky Was Pink
Toda sociedad tiene su propia concepción de lo normal. En la nuestra, ser normal significa ser mediocre. En la media. Esforzarse lo suficiente para dar la sensación de haberlo dado todo, pero no lo suficiente como para que cambie algo en nosotros o en nuestro entorno. Bajo esa distorsión siniestra del justo medio aristotélico, ser normal significa anular la diferencia. Borrar todo lo que no esté socialmente sancionado. Y si para eso es necesario recurrir a la mutilación, dejando parte de nuestra identidad por el camino, que así sea.
Y lo que se está haciendo
Mi casero me sube un 40% y tengo que desprenderme de 5.000 libros | El Confidencial
«Me preguntan muy en serio por qué voy llorando por los rincones por tenerme que desprender de casi 5.000 de mis 15.000 libros. Pues ahí van las cinco razones principales».
“Disgaea 5 Complete” es el juego más raro (e infinito) de Nintendo Switch | GQ
«Disgaea es una saga de una compañía japonesa muy modesta (Nippon Ichi se llaman: “Los Número 1 de Japón”). Es indescriptible si no se juega o no se ve jugar, pero imagina una especie de ajedrez loquísimo donde se cruzan a la vez las estéticas y las propuestas de un cubo de Rubik y de los animes flipados. Es como un juego de estrategia de Son Gokus contra Freezers, cambiando “planeta Namek” por dimensiones infernales, donde lo de romper un mundo es más o menos algo que puedes hacer en las 10 primeras horas de juego y que sólo quiere glorificar y llevar al límite máximo los sistemas de combate de juegos como los Final Fantasy. Es un “¿hasta dónde podemos llegar en los juegos con turnos y casillas?”, pero que según ha ido avanzando se ha convertido en “¿hasta dónde podemos llegar en esto de tener ideas muy japonesas, que nadie entiende muy bien pero que dejan a todo el mundo con la boca abierta?”».
“Life Is Unfair”: A Q&A With Nier: Automata’s Director | Kotaku
«Nier: Automata is both a wild action game and an introspective look at the things that make us human. We corresponded with director Yoko Taro via e‑mail to talk about the game’s themes, what goes into writing memorable characters, and what he’d like video game players to stop doing».
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