La oscuridad, lo que esconde el concepto del terror, suele obviar toda noción físico-espacial de movimiento en favor del terror del estatismo absoluto. En la oscuridad nada se mueve ‑o parece que algo se mueve pero, en ningún caso, hay constatación de tal movimiento- porque se presenta como el estatismo final de un sufrimiento inminente; los ojos trémulos de la muerte nos observan con quietud desde las sombras. Es por ello que siempre se caracteriza toda forma de terror como una realidad eminentemente estática, como un acecho, que sólo se recrea en el movimiento como estadio de intersección que da lugar al siguiente momento de terror-quietud. Incluso en los casos en que podemos ver la amenaza presente dirigiéndose celéricamente hacia nosotros y, por tanto, discernir el movimiento es una cuestión de puro estatismo: no lo vemos como espectador sino como aquel que sufre un acercamiento en saltos temporales de cada vez más cercana quietud de la amenaza; el terror se rige por un movimiento en saltos del continuum. Pero todo esto se vería totalmente refutado en cuanto abordáramos la última obra de Enduser, el oscuro Even Weight.
Aquí nos encontramos un Enduser particularmente auto-consciente, alejado de los violentos devenires ‑los cuales lo acercaban, de una forma excelsa, hacia campos más extremos- que habían caracterizado su discografía hasta el momento, pero sin abandonar jamás su medio natural: el darkstep. Así nos encontramos una concatenación continua de saltos al vacío, en lo que parece una oda ambient al movimiento desenfrenado y errático donde la única pausa a seguir es jamás tener un objetivo fijo. Su estilo, depurado hasta unos puntos auténticos sublimes del break, se sintetiza como un destilado perfecto del paso del flâneur; es un movimiento constante hacia un infinito desconocido de posibilidades. La oscuridad se presenta como una entidad fluctuante que aparece de repente, en un movimiento ondulatorio perpetuo, que jamás toma descanso. Sumergirse en el mundo que nos propone Enduser es explorar los límites de un universo que está en eterno movimiento y nos considera la presa hostil a batir. En el seno de Even Weight todo lastre es una constante física que deviene en la velocidad auto-perpetuizante que jamás puede frenar sino es ante su misma muerte, caracterizada en el fin abrupto de la canción; cada uno de estos continuum es una imagen-tiempo del flujo confluido de situaciones de movimiento en el mundo hasta su colisión contra el punto omega en la distancia.
Es por ello que el terror jamás puede considerarse como el estado de la quietud que perturba nuestros sentidos, sino precisamente el estado de movimiento que distorsiona el medio ambiental connatural conocido produciendo así un estado de pánico ante lo desconocido. En ese movimiento desconocido se subordina el terror que se produce, necesariamente, en la incapacidad de conocer la nueva confluencia de imágenes-tiempo que se darán en el espacio a través de un nuevo movimiento propiciado por una entidad ajena a nosotros mismos. El terror se sitúa en el seno del confluir errático y desconocido de los flujos que creíamos ya previamente ordenados.
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