Para explicar el segundo principio de la termodinámica el físico del siglo XIX James Clerk Maxwell haría uso de una pequeña paradoja conocida, muy acertadamente, con el nombre de El Demonio de Maxwell. Para esta idea mental necesitamos imaginar una habitación separada por una pared, ambas equidistantes en temperatura y distancia entre sí, donde hay una puerta controlada por nuestro demonio. Cuando uno de los lados pierde energía, cuando se produce una perdida de entropía, entonces el demonio equilibra el calor entre ambos objetos mediante la apertura de la puerta. Esto induce a la problemática de que el segundo principio, que afirma que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo, se vería violado por éste peculiar demonio por un motivo: debe permitir que la entropía disminuya antes de equilibrarla o llevarla a aumento. Un posible método para solucionar esta problemática sería afirmar que el demonio está de forma externa a la habitación e introduce su propia energía, no habiendo jamás perdida entrópica, lo cual presupone un afuera inexistente. Pero si en vez de transportar información transportáramos una energía cinética pura, ya que el demonio está en una estancia estanca y no puede aportar energía ajena de la misma, en vez de información entonces podríamos llegar al otro lado. ¿Pero que ocurre cuando el demonio de Maxwell es Demon Maxwell, un popular músico bisexual de glam rock del espacio exterior?
Como podemos ver en The Ballad of Maxwell Demon de Shudder to Think la cosa se complica sustancialmente cuando hablamos de sistemas informacionales; de sistemas humanos. En un entorno cerrado ‑un contexto socio-político dado- está separado Lo Normal de Lo Otro en estancias hipotéticamente equidistantes separados por un muro con una puerta que controla, como no podía ser de otro modo, un genio maligno llamado Demon Maxwell. Cuando Lo Normal se impone ante Lo Otro, inundando la mayor parte de la habitación, hay una flagrante perdida de entropía: se da una estandarización cada vez más acusada de la información. Esta estandarización de la información, del discurso psico-sexual, produce la necesidad de que el demonio, Demon Maxwell, abra la puerta para equilibrar el conjunto. Es así como subvierte el canon ‑la heterosexualidad, en éste caso- a través de la introducción de ruido informacional ‑de comportamientos queer- que acaba por producir un derrumbe del equilibrio entrópico de información; disparando la cantidad de entropía presente en el discurso dominante. Con ello consigue aumentar los niveles de entropía ‑de pérdida de información y, por tanto, de un discurso uniformado único- que re-equilibran de nuevo el sistema cerrado que son los contextos socio-políticos; el lado de Lo Común, en tanto aglutación de lo normalizante, acaba por asimilar parte de los prefectos de Lo Otro para equilibrar los niveles entrópicos contextuales.
Aquí no hay manera de evitar esa disminución a priori de la información, aun cuando se de un equilibrio posterior de la misma, porque aquí el demonio de Maxwell no es inocente ya que el contexto no lo es. En tanto que cuando hablamos de calor hablamos de una fuerza “inocente” cuando hablamos de información entramos en algo con un “valor subjetivo” haciendo imposible que, nadie involucrado en sus usos, sea inocente. Es por eso que Demon Maxwell, a diferencia del demonio de Maxwell de la termodinámica, no puede ser inocente: él existe para armonizar el conjunto; para dar con la síntesis a través del actuar como la aplicación eterna de la antítesis en la tesis.
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