Let’s Pacheco! Una semana en familia, de Laura y Carmen Pacheco
Si los mitos son aquellas historias que narran las formas y costumbres propias que deben establecerse en una sociedad, entonces deberíamos decir que en las familias siempre hay la tendencia a pensar que el mito, el espejo donde mirarse, son los demás. Quizás esto se deba por cierta tendencia a creer que el mito debe ser cercano pero no nosotros mismos pero, la verdad, es que la tendencia hacia la comparación ‑y esto, especialmente, si es una comparación negativa- que totalizara los usos adecuados de como debe ser la familia siempre son, invariablemente, las de los otros. Pero, en último término, ¿por qué ese interés por la familia de los demás? Si hacemos caso a Tolstoi todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera, y por eso siempre miramos la familia del prójimo: para ver si se parecen a la nuestra o es completamente singular de ella, signifique lo que signifique eso. De poco sirve medirnos con la vara de los demás sí, a fin de cuentas, antes no sabemos si nuestra familia es dichosa pues la comparación por sí misma no dice nada salvo las diferencias singulares entre dos familias. Para establecer el nivel mitológico necesitamos algo más.
En cualquier caso, hablar de Let’s Pacheco! Una semana en familia pasa por hablar de una familia singular. En él encontramos las peripecias de una familia por sobrevivirse mutuamente durante las siempre fatídicas festividades navideñas con sus pequeñas broncas, sus reencuentros, sus locuras, sus regalos y su incesante muestra de amor paterno-filial; el costumbrismo español más naïf se sintetiza en las páginas de éste cómic como una guía de supervivencia familiar en toda regla.
Pero, aunque quisiéramos, no estamos hablando de una familia cualquiera: estamos hablando de la familia Pacheco. A través del webcómic dibujado por la benjamina de la casa, Laura, se ha ido articulando una serie de figuras constantes que originan una mitología propia que se asocia, inmediatamente, con la familia Pachecho y, a su vez, actúa como representación de todas las demás familias del mundo. Quizás el ejemplo más evidente sea el ya legendario Sr. Pacheco, el hombre a un batín pegado, el cual no deja de ser la representación más extrema, hilarante y enternecedora (pero sólo un poco) de todos los padres del mundo en sus manías, peculiaridades y savoir-faire; la singularidad del Sr. Pacheco es que no hay ningún otro padre como él pero vemos reflejado en su figura rasgos de padres ajenos, de nuestros propios padres, que nos hacen empatizar con él como una entidad familiar. Por eso el webcómic no es sólo una herramienta a través de la cual han podido dar el salto al papel, además de otros proyectos igual de interesantes, sino que ha ejercido como prólogo de excepción para originar una mitología de los Pacheco que hace que sintamos en el cómic que somos, de hecho, parte de la familia.
Esta semana en familia, guionizado por la fina pluma de Carmen, en la que nos vemos arrojados en el mundo Pacheco no se limita meramente al reconocimiento de los elementos mitológicos anteriores ‑y con especial cariño, con perdón del Sr. Pacheco, la presencia de los objetos animados y, ¿por qué no? la genial matriarca Pacheco como contrapunto cómico perfecto de su marido- sino que nos sumergen en su dinámica de tal modo que tanto originan nuevos guiños que desentrañar en un hipotético futuro próximo como articulan como es, de hecho, una celebración navideña en casa de esta singular familia. Y no hay nada extraño en ella. Entre locuras de unos y otros, mal entendidos, pequeños guiños constantes al lector fiel y, sobretodo, un humor de un carácter naïf absolutamente encantador se desarrolla lo que no deja de ser, stricto sensu, una cena navideña como otra cualquiera; los Pacheco no viven fascinantes aventuras, ni alcanzan los cielos o los infiernos de la gloria en cada festividad que acometen, sólo se dan una concatenación de momentos, algunos mejores y otros peores, donde disfrutan juntos de su presencia. Porque, y de esto no debe caernos ninguna duda, ninguna familia sabe que es dichosa hasta que rememora que efectivamente nunca dejaron de quererse aun en la adversidad y eso, los Pacheco, lo hacen a la perfección.
¿Cual es nuestro papel último entonces en esta fiesta? La de ser parte de la familia, la de poder ver con esa distancia con la que ven ellos como para poder reírse de sí mismos, de sus torpezas y sus desaciertos del mismo modo que sus momentos de gloria y atino ya no sólo sus momentos sino también los nuestros. La familia Pacheco se constituye como una familia mitológica de facto, como una familia a la que podemos mirar para vernos reflejada en ella ‑o, al menos, podemos hacerlo en la mayoría de los casos- porque si todas las familias dichosas se parecen todas ellas tienen algo en común en el fondo: más allá de la adversidad en el seno del hogar siempre queda encendida la hoguera de un amor más profundo que sus diferencias. Por eso los Pacheco son un éxito y pura mitología de nuestro tiempo, ellos nos han enseñado a volver a mirar con un amor recuperado y un humor encontrado que nuestras familias, efectivamente, se parecen mucho.
Deja una respuesta