Existe algo inherente en la naturaleza que nos hace pensar siempre en dicotomías. O al menos así debe pensar Yasuhiro Imagawa, dada la revisión que hace del universo de Mazinger Z.
Shin Mazinger Shougeki! Z Hen no es un remake (pues no sigue con fidelidad la obra original), sino un reboot (ya que re-escribe el conflicto entre Mazinger Z y el Dr. Hell. Además de la dicotomía clásica de toda historia, el villano siendo el reverso tenebroso del héroe —además, en el caso de Mazinger, la relación máquina-piloto — , aquí cabe sumar un elemento nuevo: el origen divino de Mazinger. Ahora los robots son dioses primigenios venidos de todos los rincones del universo, encerrados por la implacable ira de Zeus. Aunque con claras referencias al universo lovecraftniano, aquí en vez de seres informes tentaculares, que alguno hay, nos encontramos con bestias hechas de metal. Dios ya no está hecho a imagen y semejanza del hombre, sino que es una máquina en el sentido más literal posible del deus ex machina griego: Zeus es una máquina, Mazinger Z, y sólo el Tártaro, el Dr. Hell, es humano entre las divinidades.
Eso es sólo el principio de un conjunto de conflictos basado en el desdoblamiento de cada personaje. De la naturaleza binaria de la propia serie. El mejor ejemplo es Koji Kabuto, quien se ve tentado entre sus dos facetas (la serena y la pacificadora contra la violenta y destructiva), en la difícil decisión de si ser un dios o un demonio. Por otra parte, la contraposición Mazinger/Dr. Hell juega en el mismo esquema simbólico. Es la confrontación de lo divino contra lo demoníaco, pero también la eterna lucha entre el metal y la carne, entre el robot y el hombre. También, aunque en otro plano, tenemos el continuo enfrentamiento entre el estilo clásico de la serie y un nuevo estilo más actual, tanto en el dibujo como en su estética. Algo que se puede apreciar también, aunque eso sea heredado del estilo de Go Nagai, en como oscila entre el humor grueso y la tragedia dramática sin permitir que se junten en ningún momento.
El resultado final es una relación simbiótica de cada aspecto de la dicotomía. Los robots no funcionan sin sus pilotos, pero estos mismos sólo tienen poder pilotándolos. En la obra de Imagawa, toda dicotomía sólo tiene funcionalidad en tanto implica una correlación necesaria: no podría existir el bien si dejara de existir el mal. Y, del mismo modo, para entender Shin Mazinger Z se hace necesario haber disfrutado y amado previamente Mazinger Z. Porque sin eso, tal vez peque todo de ser, por desgracia, demasiado confuso.
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