Sólo hace falta mirar por la ventana de casa hacia cualquier calle, por mínimamente concurrida que esta sea, para poder ver que vivimos en la era de la hiperaceleración. Todo va cada vez más rápido, en una velocidad excesiva continua, en el que el medio pasa a ser sólo una imagen que pasa en el tiempo mínimo que nos pasamos atravesándolo. Esto ha produciendo que el hombre contemporáneo sea cada vez menos consciente de su entorno, casi ajeno a los pulsos que les son propios a los ecosistemas que habita en su día a día; el hombre se transforma en nuestra era en una entidad de eterna futurabilidad que jamás conecta con nada en favor de ese llegar acelerado constante. Es por ello que toda la sociedad debe adaptarse para unos usos en constante tránsito ‑como se demuestra en el trato de favor de las carreteras o las vías frente a la acera- en un mundo, que como bien vería Ballard pero también los futuristas, rinde culto a enormes monstruos de acero capaces de alcanzar una velocidad y fuerza inconcebible para el hombre. Es por ello que, en la era de la reproductibilidad instantánea, un libro como “Half-Minute Horror” se vuelve necesario.
En esta antología de terror nos encontramos con una salva de algo menos de un centenar de autores que estallan sus relatos en nuestro rostro con algunos de los cuentos de terror más originales de la actualidad. Su peculiaridad es su formato: todos y cada uno de los relatos se deben poder leer, aproximadamente, en medio minuto. Así en esta forma de lectura hiperconcetrada en cápsulas digeribles en el instante para jóvenes, adultos y niños se solventa la problemática de la incapacidad de conjugar el placer de una buena lectura ‑demasiado largas y densas en una época determinada porque jamás se debe estar quieto- y la necesidad de estar pasando perpetuamente entre diferentes estadios de acción; “Half-Minute Horror” es la síntesis del atuténtico terror del hombre contemporáneo: tener que dedicarle en exclusiva más de medio minuto a cualquier acción.
De éste modo entre la combinación de grandes nombres de la literatura ‑desde Neil Gaiman hasta Jonathan Lethem pasando por R. L. Steine- y la mezcla sin pudor de cómic y relato esta antología se nos presenta como una golosina tan propia de nuestro tiempo como toda la caracterización que hay detrás de sí. La aceptación del terror y el cómic como géneros no-menores y la necesidad de la celeridad en la lectura de los relatos es la síntesis perfecta de algunas de las características más importantes que enarbola inocente nuestro tiempo. Porque toda obra es hija de su tiempo, porque el terror cambia de forma con la época.
Deja una respuesta