Mientras duermes en tus sueños aparece una chica preciosa que pasa fugazmente por ellos. Una y otra vez. Al final acabas encontrándote con esa chica en la realidad y consigues hacerla tu novia. Lo más normal es que tenga una liga de siete ex-novios malvados a los que tengas que derrotar. Bienvenidos a Scott Pilgrim de Bryan Lee O’Malley.
Ante todo y sobretodo no debemos llevarnos a engaño, Scott Pilgrim es un slice of life y como tal nos va narrando la relación de Scott Pilgrim con Ramona Flowers desde el momento que sueña con ella hasta el fin último del líder de la liga de los ex-novios malvados: Gideon. Entre medio nos encontramos una fabulosa ensalada de hostias como panes aderezadas con guiños cómplices sobre la cultura pop de los 90’s. De este modo la música y los videojuegos son dos de los ejes coordinadores de esta epopeya posmoderna. Así la propia vida de los personajes se trastoca y reformula en términos, literales y metafóricos, alrededor de la cultura pop. Pero lo más importante de esto es, precisamente, como los personajes interactuan entre sí, como van cambiando sus personalidades y sus vidas según va pasando el tiempo. Ningún personaje acaba igual que empieza, incluso el secundario más insignificante va evolucionando y conformándose en un nuevo yo. Así no es dificil ver que esa golosa capa de cultura popular que va engrosando esa estructura de slice of life sirve para definir a unos personajes cuyos pilares existenciales son precisamente esa cultura propia; esa cultura que sienten como suya. Los personajes no solo viven su cultura, sino que dan vida a esa misma cultura literalizándola.
Así nos encontramos en un mundo donde la juventud ha elegido no madurar como la sociedad les pide. La cultura pop se ha cimentado como una cultura tan legítima como cualquier otra de las culturas a través de su legitimación de la mano de productos de calidad contrastada. La televisión tiene, por ejemplo, Expediente X, The Wire y Twin Peaks mientras el cómic se vanagloria en Maus y Watchmen; el videojuego, mientras, espera paciente su turno como el próximo en dar el salto. Y es que estos productos han demostrado que es posible una narrativa de calidad en medios populares, ha demostrado que la cultura puede ser algo divertido a la par que constructivo. Así los personajes eligen no madurar porque, en los términos de la sociedad, madurar es abandonar toda diversión y abrazar el mundo adulto de las responsabilidades y la anódina vida gris. Ellos quieren ser estrellas de rock o del cine, siempre, quieren ser eternamente jóvenes a través de su cultura. Y eso es lo que ocurre con los personajes de Scott Pilgrim, eligen no madurar como les pide un mundo anquilosado en ideas pasadas. Pero, además, Scott Pilgrim es un viaje del héroe, al menos, en dos sentidos: por la búsqueda del hogar representado en el amor de Ramona y por el viaje iniciático que desembocará en la madurez. Todo esto lo vemos en como durante los seis tomos va derrotando uno por uno a todos y cada uno de los ex-novios malvados de Ramona sin apenas cuestionarse porque tiene que derrotarlos cuando, a fin de cuentas, ellos no tienen capacidad de elección sobre ella. Aunque en la aceptación de esa lucha les legitiman como tales. Continuamente Ramona pide a Scott que madure, que se levante temprano y que se busque trabajo y sea responsable como ella. Y, aunque Scott lo hace y es el novio que ella quería, no impide que, previo iluminarse su cabeza, desaparezca al final del tomo cinco sin dejar rastro alguno. ¿Por qué? Por el terror que le produce una anodina vida adulta.
Las cosas no solo transcurren en la realidad, también transcurren en el subespacio que es, en realidad, una conexión por el subconsciente colectivo entre los subconscientes particulares. ¿Por qué Ramona utiliza con tanta soltura los portales? Por qué está acostumbrada a estar continuamente huyendo de un pasado que no soporta. Siempre hacia delante, nunca atrás, jamas acepta lo que ocurre en su vida y, en vez de intentar solucionarlo, huye. De este modo el mejor modo de huir es a través de su propia cabeza, hacia el infinito de todas las posibles mentes del mundo. Y es así como en el final del quinto tomo Ramona no huye del lado de Scott sino que se toma unas vacaciones en casa de sus padres donde se pasa el día viendo series y navegando por Internet. Finalmente la propia Ramona, adalid de la responsabilidad en la serie, es solo otra de las muchas inmaduras que huyen de sus responsabilidades. En este caso, de su responsabilidad con Scott. Pero hablar del subconsciente colectivo es algo muy propio de Jüng como para no entrar por la puerta que nos abre. Madurar en Scott Pilgrim no es abandonar con lo que disfrutabas, con lo que construiste quien eres, antes sino que es no huir ni combatir la sombra de uno mismo, sino aceptarla. Todos tenemos problemas y hemos cometido errores pero no podemos olvidarlos ni dejarlos atrás. Hay que aceptar nuestros errores, nuestros miedos y nuestros problemas para aprender de ellos, para buscarles una solución y así poder continuar nuestra vida. Y ese es el mensaje de Scott Pilgrim: el qué es madurar.
Ni Scott es tan bueno, ni Ramona tan madura son cosas que estallan en su cara y que deben aceptar y aprender a cambiar. Así O’Malley nos habla de Scott y sus amigos, de sus vidas, de como es ser un joven adulto en Toronto hoy. Nos cuenta, precisamente, como es ser joven en un mundo que solo aprecia la juventud en la estética y la condena en absolutamente todos los demás aspectos. Scott Pilgrim trata sobre nosotros, sobre los que han dejado hace poco de ser jóvenes adultos o sobre los que lo somos ahora. Trata, sencillamente, sobre el dificil camino de aprender a amar, de amar al otro, aunque el otro sea uno mismo. Al final todo se reduce al duro camino de ser uno con el otro.
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