A veces resulta difícil concebir que los hechos abstractos de nuestra existencia son tan reales como los tangibles. Aquello que no podemos ver ni tocar, que es ajeno de nuestros sentidos, en ocasiones se nos puede antojar como algo irreal, no del todo en este mundo y, por extensión, como si nuestras leyes ético-morales no funcionaran del mismo modo en esos espacios no-físicos; cuando alguien se preocupa más por la situación de necesidad de un vecino que la de todo el continente africano no es porque sea un ente egoísta, ciego hacia cualquier consideración externa hacia su entorno, es que todo aquello que no está a la mano nos resulta, necesariamente, menos real. Lo mismo ocurre con la gente acomodada. Cuando los políticos o las clases acaudaladas muestran una completa incomprensión sobre el coste de la vida o la situación del mundo no están actuando de mala fe, sino que tienen una genuina creencia en que su contexto es lo real, lo que es normal para todo el mundo.
Nuestra comprensión de lo real viene determinada por lo que conocemos, de ahí que cuanto más abstracto o lejano sea algo menos real se nos antoja. Eso es lo que nos ocurre con Internet. Incluso cuando llevamos ya décadas habitando su espacio, con nuestra vida superponiéndose de forma flagrante entre el mundo físico y el digital, seguimos pensando en Internet como en un espacio no-real, como otro espacio. Ontológicamente, le damos la consideración de un mundo posible o un sueño, un espacio donde no somos del todo nosotros mismos, donde todo vale. Para desmontar ese mito sólo necesitamos pensar qué pasaría si un día nos levantáramos e Internet nunca hubiera existido, si todo hubiera sido nada más que un sueño: nuestro mundo se desmoronaría. Somos absolutamente dependientes de la red, en un sentido rayano lo patológico: nuestra información, nuestra vida social y nuestro tiempo de ocio pasan, en su mayor parte, por un plano puramente inmaterial. Cómo han cambiado nuestras vidas en el tránsito hacia esa dimensión solapada a la nuestra es lo que analiza Noel Ceballos en Internet Safari.