Aunque el videojuego es un medio históricamente masculino, algo patente en cómo se ha representado a la mujer en el mismo, de vez en cuando demuestra ser lo suficientemente auto-consciente como para paliar (en parte) esa clase de problemas. Al igual que haría Girls en televisión o las riot grrrls en la música, existen ciertos videojuegos que quieren representar a la mujer como algo más que «cosas bonitas». Y si bien el trabajo (y los desnudos) de Lena Dunham es interesante, no deja de tener algunos problemas de base. La cuestión no es si los cuerpos no-normativos pueden jugar también con las reglas del patriarcado, sino si existe algún modo de trascenderlo.
Bayonetta es un juego que puede parecer problemático en primera instancia. Bayonetta es un juego franco en su representación. Su protagonista es una bruja de curvas imposibles que va vestida con su propio pelo que, según va hilando combos, va deshaciéndose de parte o la totalidad del mismo. Con todo, en ningún momento vemos nada explícito. Y si bien podríamos pensar que Bayonetta no es más que la clásica mujer hipersexualizada del medio, esto no es del todo cierto. No toda representación es siempre literal, pues siempre cabe la posibilidad de que sea paródico. De ese modo, la mayor virtud de Bayonetta es la de Don Quijote: ser la parodia hiperbólica de todo aquello que se ha apoderado de ciertas formas del pensamiento hegemónico.