asfixia, que algo queda

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La la­bor de la de­cons­truc­ción es apre­mian­te en la so­cie­dad con­tem­po­rá­nea en la cual es de­ter­mi­nan­te co­no­cer co­mo y el que in­fluen­cia en ca­da as­pec­to de la exis­ten­cia. Por su­pues­to es­to de­ben do­mi­nar­lo más que na­die los ar­tis­tas en ge­ne­ral y los dj’s en par­ti­cu­lar, so­bre­to­do a la ho­ra de en­fren­tar­se a un re­mix de una can­ción da­da. Y es que, una bue­na de­cons­truc­ción en for­mar de re­mix pue­de cam­biar to­do el sen­ti­do de una can­ción co­mo nos de­mues­tra el Suffocation Ep de White Ring.

Con White Ring nos en­fren­ta­mos a un witch hou­se ‑pró­xi­mo gé­ne­ro de mo­da por an­to­no­ma­sia a día de hoy- sór­di­do que nos su­mer­ge en cam­pos cer­ca­nos al dark am­bient más in­quie­tan­te. Con un ojo so­bre au­tén­ti­cos de­men­tes co­mo Nurse With Wound y otro so­bre los más co­mer­cia­les Crystal Castles van des­en­tra­ñan­do un en­tra­ma­do so­no­ro te­rro­rí­fi­co, siem­pre bus­can­do el de­jar en una po­si­ción in­có­mo­da al oyen­te. Cosa que se en­fa­ti­za en las si­nies­tras pro­gre­sio­nes de Suffocation don­de una ba­te­ría sim­ple, una acu­mu­la­ción de ca­pas os­cu­ras y una me­lo­día de ori­gen chip­tu­ne nos va con­for­man­do un to­do opre­si­vo. Si su­ma­mos a la ecua­ción una le­tra can­ta­da a gri­tos à la Alice el re­sul­ta­do es un te­ne­bro­so te­ma que nos aren­ga a arras­trar­nos por los in­dó­mi­tos y si­nies­tros mun­dos del witch hou­se me­nos con­des­cen­dien­te. Con un te­ma os­cu­ro, bru­tal pe­ro nun­ca ol­vi­dan­do que tie­ne que ser pin­cha­ble en dis­co­te­cas por ecléc­ti­cas que es­tas sean con­si­gue ha­cer un pro­di­gio­so acer­ca­mien­to del la­do más os­cu­ro de la mú­si­ca con el más ac­ce­si­ble. Al me­nos has­ta que uno es­cu­cha los re­mi­xes del EP.

Para em­pe­zar Unison nos ti­ra los dien­tes al sue­lo al aña­dir unos to­ques más re­li­gio­sos con un so­ni­do ca­te­dra­li­cio y en­fa­ti­zan­do los so­ni­dos más noi­se, al su­mar­le a to­do es­to la aho­ra su­su­rran­te voz y un uso ex­cel­so de los dro­nes que hay pre­sen­tes en el te­ma crea uno de los ejem­plos más in­quie­tan­tes del gé­ne­ro has­ta el mo­men­to. Aquí no hay in­vi­ta­ción al­gu­na pa­ra ir a un mun­do os­cu­ro de ti­nie­blas, aquí so­mos arro­ja­dos con vi­ru­len­cia en mi­tad de una ca­ce­ría mons­truo­sa en las cua­les so­mos las pre­sas. Aunque pro­di­gio­so es lo que con­si­guen Los Campesinos! ‑mu­cho me­jo­res re­mi­xea­do­res que músicos- al con­ver­tir la can­ción en un dul­ce via­je por la cam­pi­ña en la que la frus­tra­ción pa­re­ce más un gri­to en tu ca­be­za ins­tán­do­te a de­cla­rar­te a la chi­ca que amas. Tampoco ha­bría que des­de­ñar co­mo Fostercare con­si­gue ha­cer de la can­ción ap­ta pa­ra to­das las pis­tas de bai­le sin des­de­ñar una cier­ta an­gus­tia más su­til; al­go que con­se­gui­rá de un mo­do más cer­cano al elec­tro hou­se Guy Dallas. Pero in­clu­so hay si­tio pa­ra el dubs­tep del cual tan­to be­be el witch hou­se con el re­mix de Mater Suspiria, en­fo­ca­do más en dar­nos una an­gus­tio­sa re­ve­la­ción fan­tas­mal. Todo pa­ra aca­bar en la per­tur­ba­do­ra se­sión mí­ni­mal que ha­ce Vitaminsforyou pa­ra aca­bar en una suer­te de te­rror light; un nue­vo con­cep­to de te­rror pa­ra aca­bar la no­che tran­quí­la­men­te en una af­ter un mar­tes por la mañana.

En una can­ción os­cu­ra pe­ro mo­de­ra­da pa­ra adap­tar­se a to­dos los po­si­bles pú­bli­cos, al fi­nal, se es­con­día co­mo en una mi­na los pe­da­zos de in­fi­ni­tas can­cio­nes to­das ellas mu­cho más in­tere­san­tes que la in­tere­san­te pe­ro agua­da pro­pues­ta ini­cial. La de­cons­truc­ción es, a fin de cuen­tas, la he­rra­mien­ta por la cual se des­ve­la aque­llo que hay sub­ya­cen­te a las co­sas a la luz del mun­do. Y en es­te ca­so, Suffocation ocul­ta­ba en su seno mu­chí­si­mo más que el ti­bio re­sul­ta­do fi­nal. El te­rror tie­ne tan­tas for­mas co­mo per­so­nas lo sienten.

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