Introducción. ¿Qué es lo witch house?
Hará ya casi dos años se gestó en los interregnos mismos del underground un feto diabólico que amenaza con morder el lampiño trasero del mainstream. Bautizado como witch house fue abandonado al nacer por sus padres, el dub step y el EBM, y criado por una extraña familia de rednecks estadounidenses con tendencias pasionales por el cine de terror. Pero tras de sí esconde una problemática mucho mayor que deviene de su desarraigo de todo concepto; de su pretensión de ser más allá de lo que nunca será. Y es que, en último término, el witch house es dos cosas: paradigma de la hauntology derridiana y adalid del movimiento hipster -¿de hype?- como política estética.
Antes de sumergirnos en la problemática sería interesante intentar definir algunas cuestiones particulares del movimiento. El witch house es un género cuya popularidad se gesto particularmente en el sur de EEUU por personas de clase media-baja y baja. Sus letras tienden tanto hacia los vericuetos de toda clase de cine de terror, con una especial predilección por el gore de tintes más clásicos, pero también sobre la particular dureza de la vida cotidiana de sus integrantes. En lo musical su máximo paradigma serían Salem los cuales establecerían una definición mínima de que es el sonido witch house de la cual, hasta el momento, el género carecía. En lo audiovisual, donde también se han hecho especialmente prolijos, encontrarían su gurú en Mater Suspiria Vision los cuales harían auténticos ejercicios de deconstrucción al crear películas completas a través de la modificación de otras anteriores.
Por otra parte tampoco deberíamos obviar que el término hauntology también fue usado anteriormente por críticos musicales para definir las connotaciones fantasmagóricas del techno. El ejemplo más perentorio sería el importante crítico musical Simon Reynolds que definiría el sonido de The Caretaker, uno de los posibles antecesores del witch house, en estos términos me hace pensar en sesiones de espiritismo, por alguna razón — extraña, una especie de situación normal desde más allá de la tumba, sin ninguna forma sólida, sólo emanaciones tenebrosas
El paradigma de la hauntology derridiana
La hauntology sería un concepto desarrollado por el filósofo posestructuralista Jacques Derrida en el cual el espectro es, en sus propias palabras, una incorporación paradójica, el devenir-cuerpo, una cierta forma fenoménica y carnal del espíritu
En palabras de Francis Fukuyama, quizás el teórico neo-hegeliano más exacerbado, el fin de la historia es el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano
Si el tiempo se ve eliminado existiendo en un presente perpetuo en el cual la posibilidad de futuro es absurda es evidente que el ser en proyecto deja de ser tal; el ser humano deja de ser un proyecto de futuro. ¿Como puede entonces proyectarse el ser humano? Necesariamente deberá mirar hacia el único tiempo que existe como progresión en el momento de su paro absoluto: el pasado. En el fin de la historia es imprescindible que quienes habiten en ella se proyecten en entes en pasado para así poder edificarse como proyecto. De éste modo es lógico que se de un rescate de aquellos aspectos que son bizarros, antiguos o, simplemente, que han sido asumidos con naturalidad por el paso del tiempo. Si ha llegado el final de la historia el único ejercicio que se puede practicar es la arqueología del pasado presente. De éste modo el presente se edifica como una paradoja imposible, una fantasmagoría marxista, en la cual se es y no se es al mismo tiempo; se es proyectado a un futuro que no existe desde un pasado que es futuro.
De éste modo el fin de la historia es, necesariamente, un hecho insatisfactorio a través del cual es imposible medrar ya que el ser humano pasa a existir como ente en paradoja. Si el espectro del comunismo está atravesando ya no Europa sino todo Occidente es precisamente porque la única opción de futuro es ser atravesados por los fantasmas consumidos del pasado. La realidad se torna en sí misma en una fantasmagoría, somos esclavos de los conceptos pasados; consumidos. Y es aquí, en el seno de la hauntology, donde nace el witch house y lo hipster.
Žižek y el fin de la historia
Para poder delimitar mejor el pensamiento de lo hipsters en general y del witch house en particular deberíamos acudir a los filósofos de cabecera del movimiento si es que los hubiera, y los hay. Jace Clayton, más conocido como DJ / rupture sentencia con convencimiento en ¿Qué fue “lo hipster”?, no sin cierta sorna que, una de esas tendencias (detectadas por ellos) ha sido el nuevo filósofo político de los hipsters: Slavoj Žižek
Ahora bien, ¿qué nos propone Žižek con respecto al pensamiento y la acción política?, si seguimos la intervención de Clayton sólo cabría aterrarse ante su pensamiento pues un precepto de este filósofo es no hacer nada para evitar la tragedia económica, ni ninguna otra cosa (…) nos dice, literalmente, que no hagamos nada, que no tenemos que hacer nada
El concepto que maneja Žižek con respecto a la inacción política en la sociedad es, si seguimos el epílogo de En favor de la intolerancia, la interpasividad como exacto opuesto a la interactividad. De éste modo cabría definir la interpasividad en tanto actúo siendo, no obstante, pasivo a través de otro
¿Qué ocurre en esos extraños y vergonzantes momentos en que la televisión se carcajea por nosotros ante nuestra impertérrita mirada de indiferencia? Es un acto pasivo que se externaliza del espectador, pasivo por definición, y es expresado de un modo ritualizado que es aceptado como forma regulada de expresión social. Lo que empieza como un simulacro de la risa se convierte al llegar a nosotros, sujetos pasivos, en una risa auténtica que trasciende su condición de falsedad; las risas enlatadas provocan risa como modo de evocar y delimitar cuando es precisa la risa. Claro que esto tiene una siniestra consecuencia en el momento que estos actos simulacrales tienen la intención de impedir experimentar el auténtico sentimiento perpetrado. A través de la risa enlatada no existe ninguna risa genuina, sólo se encuentra la risa vacía de un objeto pasivo que no pasa ser más allá de un mero consumidor fetichizado.
Llegados este punto parece evidente que si Žižek nos pidiera la inacción de todo acto, ya sea político o de cualquier otra cosa, nos estaría pidiendo abandonarnos al convertirnos en fantasmagorías fetichizadas del capital. A través de la interpasividad parecemos activos cuando en realidad somos absolutamente pasivos aislándonos del trato con los demás; cosificando las relaciones sociales en meras intervenciones disecadas. En sus propias palabras la característica distintiva de la interpasividad es que con ella el sujeto no deja de estar, incluso frenéticamente, activo, pero desplaza de ese modo hacia el otro la pasividad fundamental de su ser
Obviamente para un filósofo marxista, por hegeliano que éste sea, no cabe la aceptación de una sociedad espectacular como el máximo bien posible y por ello, en realidad, la conclusión sería muy diferente a la que nos ofrece Clayton. Donde los teóricos de lo hipster han leído una defensa de la interpasividad el esloveno ha clamado por una inacción para pensar, el parar el acto de consumo para reactivar el pensamiento a través del cual pensar de nuevo la política y, especialmente, el sistema económico. No nos propone no hacer nada contra la crisis económica, muy al contrario nos propone parar de consumir un momento para pensar como podemos cambiar el sistema económico que nos lanzo a esa crisis. Según Sturgeon no digo que esa gente de veras lea a Žižek
Lo hipster y tú. Muerte en la posmodernidad
Ya dejamos anteriormente claro que el witch house nace en el seno de los hipsters a través de una de sus derivaciones estéticas como es el nu-goth por eso quizás sería interesante abordar la pregunta más problemática de todas, ¿qué es lo hipster? Dar una respuesta satisfactoria a esta pregunta se hace absurdamente complicado desde el mismo instante que es algo que está ocurriendo ahora pero para intentar dar una respuesta intentaremos seguir las tres definiciones que da de los mismos Mark Greif.
La primera sería definir al hipster blanco como al hipster original donde el hipster original sería una suerte de admirador de la estética y cultura negra que se hacía especialmente patente en los 50’s a la cual buscaría imitar. Esta mímesis quizás podría parecer una perdida de identidad pero no deberíamos dejar de apreciar que, en esa hibridación, se da una contextualización y enriquecimiento de ambos mundos; el negro blanco se auto-confiere una condición de marginación que añade su condición de blanco a la cultura negra. Sin embargo el nuevo hipster, siguiendo a Mark Greif, ha elegido el fetiche de la violencia, el carácter instintivo y la rebeldía de los blancos urbanos de clase media-baja o los blancos rurales
La segunda definición sería aquella que aborde la cultura hipster como tal. De éste modo el hipster es un sujeto post-adolescente que híbrida toda forma de cultura ‑no hace distinciones de alta o baja cultura- en una práctica de escapismo hacia la infancia. A su vez, y éste es quizás el punto más interesante, es un sujeto que siente una desmesurada nostalgia por tiempos que quizás no ha vivido pero para esto Greif nos da una respuesta satisfactoria ya que es la nostalgia de un tiempo en que los ingresos se repartían de un modo más uniforme
La tercera definición es la más sencilla y aterradora de todas: hipster es aquel consumidor a la última. No cabe decir nada más con respecto a esto pues aquí se hace patente que la crítica hacia Žižek está fuera de lugar; los hipsters son aquellos que perpetúan con fuerza el sistema económico actual a través de su interpasividad. Y es aquí donde nace la diferencia radical entre los hipsters ‑ya sean nu-goth o de cualquier otra clase- y los músicos de witch house pues, en palabras de Greif, El hipster es alguien que, por definición, no es creador de arte. Si produjera arte, no sería hipster
Con estas tres definiciones parece bastante claro que es un hipster: alguien que intenta rescatar una visión nostálgica del pasado a través del simulacro de las clases bajas mientras coexisten como perpetuadores de una economía opresiva. Sin duda alguna ser hipster es vivir en la paradoja del espectro.
Conclusión. O el abrazo de Derrida al witch house.
Ahora sólo cabría acabar haciendo un alegato final que, aunque aparentemente innecesario, nunca está de más literalizar. El aspecto más importante que hemos podido desentrañar es como el witch house está, en último término, disasociado de lo hipster y de sus condiciones de producción. En éste caso podemos entrever entonces el género como una forma de lucha en la evocación de un pasado muerto; el músico de witch house es un ente proyectado hacia el pasado como intento de retratar su presente trágico. Ellos harían una defensa positiva de la hauntology a través de la cual esa proyección hacia el pasado sería un modo de re-pensar las cuestiones políticas del ahora presente-pasado; crean unas nuevas condiciones estético-miméticas a través de las cuales ejercer poder contra el orden económico-político establecido. Hacen una proyección de futuro en arqueología del pasado para deconstruir el recuerdo nostálgico de igualdad del que hablaba antes Greif equívocamente atribuido a los hipsters.
En éste momento lo hipster queda reducido a la más deleznable de las posiciones, entes mediatizados sin personalidad cuya existencia se basa en una interpasividad a través de la cual fingirse activos. Imposibilitados para toda proyección viven en un fin de la historia personal, toda proyección ha de ser al pasado por su absoluta incapacidad de crear ningún aspecto de realidad; sólo existen en tanto simuladores de lo que fue. Y es que, como se plantearía muy acertadamente Mark Grief, los hipsters son una subcultura fruto del neoliberalismo, esa infame tendencia de nuestra época que defiende la privatización de los bienes públicos y la redistribución de la riqueza hacia las clases altas
Bibliografía
DERRIDA, J. Specters of Marx, Routledge, 1994
FUKUYAMA, F. The End of History and the Last Man, The Free Press, 1992
GREIF, M. (ED.) ¿Qué fue “lo hipster”?, Alpha Decay, 2011
ŽIŽEK, S. En defensa de la intolerancia, Sequitur, 2008
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