Aunque parezca lo contrario, The Sky Was Pink no está muerto. Ni siquiera está moribundo o de parranda. Es sólo que, por motivos ajenos al blog, se ha priorizado escribir en otros espacios diferentes. Pero eso no significa que el blog ya no tenga uso. ¡Al contrario! Además del contenido original que seguirá recibiendo, además, ahora, también servirá como centro principal de difusión de todos los otros textos que escriba.
¿A qué me refiero? A que ya he tenido quejas de varias personas de la dificultad de seguir todo lo que escribo, ya que voy diseminando mis textos por muchos espacios diferentes. Algo que me resulta incómodo incluso a mí, dada mi alergia a la promoción. De ahí que he buscado una solución óptima: a partir de ahora escribiré en el blog un post semanal, bajo el epígrafe Colores prohibidos, donde enlazaré todos los textos que haya ido publicando a lo largo de la semana bajo el epígrafe Lo que hago. Además, como quedaría pobre sólo hablar de mí mismo, también incluiré un segundo epígrafe, Y lo que se está haciendo, donde enlazar textos o vídeos que me hayan ido llamando la atención a lo largo de la semana y que crea merecen una visibilidad especial. De ese modo, espero mantener mis textos ordenados y, también, dar bombo a quien se lo merece.
¿Significa eso que The Sky Was Pink pasa a ser un archivo de textos externos? Nada más lejos de la realidad. Pero no adelantemos acontecimientos. Eso se irá viendo con el tiempo. De momento, disfrutemos con la primera entrega de Colores prohibidos. Del resto ya habrá tiempo para hablar. ¿Cuándo? Con la segunda entrega de Colores prohibidos. ¿Y cuándo será eso? El domingo que viene.
Si es que acaso no hay algo que leer antes de eso.
Lo que hago
[Crítica] ‘Gorda’ – El problema no está en la grasa, sino en la sociedad | Canino
En el manga cabe todo. También la reflexión socio-política, las enfermedades psicológicas y la confrontación contra una sociedad hipócrita que impone estándares corporales o de conducta imposibles de alcanzar. Y de eso trata Gorda, el manga de Moyoco Anno recién publicado en nuestro país por Ponent Mon.
Elric de Melniboné, de Michael Moorcock | Goodreads
Es difícil hablar de Michael Moorcock. Por un lado, sería conveniente señalar que «trasciende el género de la fantasía», ya que ignora sus tropos más habituales, haciendo lo que mejor le viene, pero entonces los simpatizantes dirían que le hago flaco favor al género con esa clase de desprecios. Por otro lado, me gustaría hablar sobre la «vibrante cualidad de su narrativa», que en otras palabras significaría lo divertido y lleno de aventuras que están sus libros, en cuyo caso los simpatizantes de la «ficción literaria» resoplarían pidiendo, reclamando, ¡exigiendo!, que no les haga perder el tiempo con cositas de espadas y brujería, pues ellos están para cosas más serias como la psicología, la política y el uso impoluto y poético —como si, de hecho, ambos aspectos no fueran contradictorios entre sí— del lenguaje.
Por eso no hablaré de Moorcock. No hoy, no aquí. Sólo hablaré de Elric de Melniboné.
The Mermaid, de Stephen Chow | Letterboxd
Stephen Chow no requiere presentaciones. No tras Kung-Fu Hustle y Shaolin Soccer, dos comedias tan excesivas, tan idiosincráticas —de un país, de un carácter — , que en su estreno en salas españolas su doblaje tuvo que tirar de chistes regionales para captar una mínima parte de todo el humor soterrado que había detrás de una serie de personajes que eran arquetipos de las diferencias costumbres de cada región de China.
After Earth, de M. Night Shyamalan | Letterboxd
Existe una frase hecha que dice «hay quienes nacen con estrella y quienes nacen estrellados». Algo que viene muy a cuento si hablamos de la curiosa relación entre la familia Smith y el declamado críticamente M. Night Shyamalan.
Silencio, de Martin Scorsese | Letterboxd
Mi relación con Scorsese, como mi relación con Dios, es problemática.
Cristiano la mitad de mi vida, agnóstico fuerte la otra mitad (y contando), mi fe es, en esencia, la del barco hundiéndose en medio del océano: sé que existen fuerzas por encima de mí, pero no tengo ninguna esperanza que les importe que es de mí
Whiplash, de Damien Chazelle | Letterboxd
A Damien Chazelle se le ha acusado de cosas horribles. Considerado el pope audiovisual del pensamiento neoliberal, no pocos dicen que sus películas son odas apenas sí encubiertas al trabajo como fin último de la vida.
Algo que, irónicamente, es lo contrario a lo que he visto en mi revisionado de Whiplash.
Rogue One: A Star Wars Story, de Gareth Edwards | Letterboxd
Aquello que está vivo tiene una cualidad muy particular. Llámalo alma. Llámalo chispa. Llámalo naturalidad. Podríamos entrar en debates filosóficos de altos vuelos y ni siquiera empezar a rascar la superficie del problema. Pero si hay algo obvio es que, en la ficción, como en los seres vivos, ese algo no puede ser imitado: o se tiene o no se tiene.
Y sea lo que sea aquello, Rogue One no lo tiene.
Y lo que se está haciendo
Hatoful Boyfriend: cucurrucucú paloma | Todas Gamers
«Corre el año 2188, estamos en la ciudad japonesa de Littledove Hachiman City, poco después de que se haya firmado la paz entre aves y humanos. Sin embargo, las aves se han hecho con el control político, actualmente en las manos del Partido Paloma y el Partido Halcón. Para mostrar dicha unión entre humanos y aves, nuestra protagonista fue admitida en el exclusivo instituto para pájaros, St. Pigeonation’s, ahora se enfrenta a su segundo curso».
Lean AUTORAS | Un manifiesto por la diversidad en la lectura | Teoría del Caos
«Si vas a leer “lo que sea pero que sea bueno” es muy probable que leas siempre desde la misma perspectiva. Que sigas abriendo ventanas que dan al mismo patio. Y si pasa muy seguido, puedes llegar a pensar que ese patio es el mundo entero. Si quieres diversidad textual en tus lecturas, tienes que buscarla por ti mismo. Si en verdad crees que la lectura puede abrirte a otras mentes y a otros mundos, tienes que comenzar por abrir el tuyo».
toco toco ep.48, Manao Kagawa, Pro Shogi Player | toco toco
«In this episode, we spend the day with Manao Kagawa, a young shogi professional player. Shogi, that we can simply describe as Japanese chess, is a Japanese board strategy game that shares the same roots as chess. Kagawa started playing in 3rd grade and turned pro when she was still 15 years old».
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