Kerguelen Vortex, de Aural Vampire
La proximidad de la muerte puede aumentar la libido de algunos individuos, lo cual explicaría esa insana obsesión por mezclar lo explícitamente sexual con el cese más o menos contundente e inmediato de la vida. No es extraño ya durante el renacimiento pinturas donde la muerte ‑aquí, sí, totalmente literalizada- se da la mano de eróticos desnudos femeninos que se emparentan, guardando las distancias, en una linea que acabaría de forma más o menos evidente con el excelso tratado de sexualidades divergentes que es Crash de J.G. Ballard. En términos teóricos el primero en abordar esta extraña pareja sería Freud al resaltar como nos movemos atravesados, exclusivamente, por pulsiones mortales y vitales, estando en estas segundas las sexuales; su unión es el accidente incidental a través del cual se unen dos aspectos que fluyen en paralelo. Por supuesto este reduccionismo freudiano es absurdo y ampliamente superado, por eso reduciremos al mínimo comprensivo razonable esta cuestión: la lívido no se dispara en la cercanía de la muerte por una respuesta vital ni por quebrantar el tabú; el sexo se manifiesta cercano a la muerte como método de exploración de nuevos territorios.
El cruce entre lo sexual y lo terrorífico, auténtica marca de la casa de Aural Vampire, se daría ya desde los primeros indicios del grupo. El vampiro es una entidad muerta que está, esencialmente, vivo en términos sexuales: la succión de sangre no deja de ser, en último término, una erotización de una cierta forma de penetración violenta pero vital. Esta forma de sexualización de la violencia, que es eminentemente propia de una entidad viva al caracterizarse por la alimentación ‑lo cual se une en las vicisitudes de lo sexual en ese Aural que, en japonés, se lee Oral‑, explota el carácter del sexo como herramienta a través de la cual cartografiar un territorio sin delimitar, a la par que lo mantiene, a través de esa pseudo-relación sexual. Es por ello que el vampiro es la entidad que explora los límites del devenir vivo en su carácter de no-muerto.
El sexo se alimenta del deseo que, a su vez, se caracteriza en la fantasía como elemento vehicular de las condiciones para su satisfacción, lo cual hace del deseo la principal manera de explorar las condiciones de limitación de los objetos y sus efectos de nuestro interés. Es por ello que Aural Vampire, quizás cansados de una sexualidad sedentaria, edifican una auténtica catedral del sexo (metafórico) como condición subyacente del terror; su deseo (sexual) se erige a través de su fantasía (de terror). Esto se manifiesta a través de condiciones metafóricas que son tanto de terror como sexuales o, lo que es lo mismo, caracterizan su deseo a través de aberrantes fantasías de indefensión. Aunque Human Noise puede hablar sobre los gritos de dolor de alguien torturado no sería dificil confundirlos con otros sonidos más placenteros mientras que con Antenna Phenomonon preferimos no conocer de que clase de antena habla; el grupo erige una condición sexual subyacente constante en los intersticios del terror.
Pero quizás el punto más interesante se da en el propio título del disco: Kerguelen Vortex. Precisamente en Kerguelen transcurre tanto Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, como En las montañas de la locura, de H.P. Lovecraft. En ambos casos la narración nos habla de un páramo inhóspito donde los mayores terrores inimaginables, que han permanecido ahí durante más tiempo del que el hombre puede recordar, son encontrados en las más abruptas condiciones por hombres que no tienen nada de extraordinario; es la búsqueda incansable del hombre común sobre una cierta verdad oculta del mundo. En todos los casos acababan no destruidos aunque sí realmente trastocados por una experiencia que les llevo al límites y les demostró que la realidad les llevó más allá de cualquier noción de deseo y poder que podrían haber soñado jamás.
Lo anterior, que se aplica perfectamente tanto al arte como al sexo, es lo que aplicarían Aural Vampire en su trabajo. Todo se articula a través de un vórtice que debemos penetrar para encontrarnos en un nuevo mundo de terror donde explorar los límites insondables de la realidad en sí misma; el cenit de la muerte, de lo que no conocemos y teóricamente no podemos conocer, se puede quebrar a través del abandono consciente de la exploración del deseo. Es por ello que la mezcla de terror y sexo, siempre metafórico, funciona como una articulación que usa lo terrorífico, la antesala de la muerte, como la representación semi-real de unas experiencias que no son cifrables a través de una explicación literal, real. Es por eso que cuando Aural Vampire hablan de terror están hablando, literalmente, de terror pero, además, también están hablando de un sexo que va más allá de los deseos más funcionales y reproductorios que el ser humano medio pueda (querer) imaginar.
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