To The Nameless Dead, de Primordial
Aunque solemos utilizarlo con una profusión impropia para ser un término tan cargado de connotaciones específicas, cuando hablamos de nihilismo solemos hacerlo desde una perspectiva errónea: el nihilismo no es la negación de toda existencia per sé sino que, necesariamente, se sitúa en oposición a un algo y no a un todo; el nihilismo es la oposición frontal hacia una serie de valores o formas existenciales particulares ‑el si se proponen otras posibilidades (nilismo positivo) o no (nihilismo negativo) sería el revulsivo al respecto de esta problemática. Cuando Hunter Hunt-Hendrix afirma que lo que el hace se desmarca de forma tajante del resto del black metal, porque éste es siempre tendente hacia un nihilismo absoluto, en tanto su música tiene una pretensión trascendental y afirmadora está afirmando un absurdo: el black metal, o ciertos grupos de black metal, afirman una serie de valores que son, en cualquier caso, ajenos al trascendentalismo. Lo que el pobre hipster pseudo-lector de filosofía no ha entendido es que, de hecho, el black metal afirma en la misma medida que niega. Niega el cristianismo, los valores trascendentales y la vida esclavizada; afirma el paganismo, los valores inmanenciales y la vida liberada. El black metal es un acto de nihilismo positivo.
Entender las posibles pretensiones de Primordial al firmar un disco como To The Nameless Dead, una obra tan profundamente nihilista que parece imposible poder ser afirmada si no es desde una genuina caracterización de apestado de la sociedad, es sólo posible en tanto concebimos en black metal como esa clase de nihilismo positivo en el cual toda forma de pensamiento cultivada en él es una exploración de las posibilidades del mundo y el hombre para sí mismos. A partir de esta perspectiva deberíamos hacernos una pregunta esencial, la que nos lanza de hecho el título mismo del disco, ¿quienes son los muertos anónimos a los cuales alude el disco? Estos son, precisamente, aquellos muertos que sus voces se vieron silenciadas por el trascendentalismo que los imbéciles de Liturgy defienden como único acto positivo posible en el mundo.
En un sentido negativo primero, aun cuando no nihilista aun, podríamos defender que todo lo que exponen Primordial a través de su música es la brutalidad con que todo imperio o pueblo es destruido sistemáticamente por unos invasores que se pretenden como los auténticos legados de La Verdad. Serán extremadamente explícitos al respecto cuando afirmen que tú comercias con la sangre / escribiendo su historia / en los sacrificios de los muertos, lo cual no sería más que la pretensión de todo imperio por inscribirse dentro de La Historia como una realidad que estuvo ahí presente como mediador de toda realidad inimaginable. Cuando un imperio se sostiene en la historia durante un determinado tiempo llega otro y lo destruye, se hace con el puesto de aquello que debe ser recordado; la pretensión de trascendencia, el pretender pasar a los anales de la historia, es lo único que afirma de forma constante la necesidad de los imperios por destruirse entre sí. Ahora bien, también debemos tener en cuenta que todo imperio cae / y la tierra a cenizas su vez / las tierras donde nací / serán mi tumba con todo lo que ello conlleva: la pretensión de trascendencia, de imponerse un imperio sobre su antecesor, conlleva necesariamente la muerte de todos aquellos que eran parte de éste. Independientemente de su filiación con respecto de éste.
Si el trascendentalismo es la oposición directa con respecto del black metal, que es de hecho lo que afirma Hunter Hunt-Hendrix, entonces tendríamos que sostener que lo que es profundamente negativo no es el black metal, sino el trascendentalismo mismo. Esto se ve de forma particularmente clara cuando afirman, al respecto de la caída de Roma, que veo que has elegido perder tu fe / para quemar tus puentes y perder el camino, ¿qué significa? Ni más ni menos que la renuncia de los antiguos ideales de Roma en favor de cantar a los esclavos; el esclavo, el cristiano, es aquel que se deja llevar por una moral donde acepta un amo ‑en el caso cristiano, Dios y todos sus representantes terrenales- que deciden sobre sus propias vidas como si de hecho las poseyeran. Cuando Primordial atacan de forma sistemática esta creencia, estos esclavos a los cuales se canta y adora aun cuando nunca dejan de ser esclavos, es precisamente porque la moral cristiana es la moral del esclavo mientras que todas las demás formas de imperio que defienden se sostienen bajo una moral conquistadora: el black metal es nihilista porque deniega la vida como esclavo, la única vida que le vale es la de su tierra (en la que se vive y se muere) y la de sus creencias ‑defensa que se despliega de forma insistente a través de los muchos himnos a diferentes pueblos que se van ensalzando; los himnos a los muertos sin nombre.
La trascendencia, aun cuando algunos lo pretendan como lo contrario, es el sentimiento a través del cual nos desproveemos de toda culpa aquí y ahora en el mundo en favor de un juicio y una vida auténtica más allá de esta. Eso es inaceptable. El trascendentalismo se basa en la mentira del esclavo que se siente satisfecho con su esclavitud, que dice que en realidad no es culpa suya y que su debilidad ‑no física o mental, sino moral- es sólo fruto de una prueba para así poder tener una vida digna más allá; esto es lo que critica el black metal: el nihilismo blacker no es un nihilismo vacío, no es un nihilismo hacia todo sentido de la vida o la existencia: es el nihilismo contra toda forma de permiso de aceptación de la represión en el hombre, contra toda forma de moral que vaya contra la vida misma.
Alan Averill sostiene de una forma particularmente brillante esta problemática en la última estrofa del disco: dime, ¿qué nación en la Tierra no nace de la tragedia? Esa no se ha sentido en este tipo de armas duras / ejercido por el deseo de la crueldad. La tragedia es la destrucción de toda forma imperial anterior, la masacre que deviene como necesaria para enmarcarse como parte de la historia, pero esta está muy lejos de enmarcarse como una realidad esencial en tanto no se ha sentido en las armas y de hecho se ha ejercido por el deseo de la crueldad; es el hombre el que lucha, el que se impone, el que derriba y alza imperios, no una divina providencia trascendental que nos ordena hacerlo. Quizás el nihilismo blacker nos diga que debemos quemar iglesias y destruir toda noción cristiana de nuestro mundo, pero es que el cristianismo ha quemado y destruido miles o millones de ideas y tierras para llegar hasta donde está bajo una única coartada: la trascendental. Lo que hacen Primordial y, por extensión, gran parte del black metal es declamar una negación total al respecto de una moral que destruye al hombre con excusas de un paraíso ultra-terreno, trascendental, que sólo vale para esclavizarnos en todo aquello único que poseemos con certeza: la vida. A cambio nos proponen volver a las raíces de su tierra, a las creencias inmanentes de aquellos muertos sin nombre que vivieron por y para la vida misma, porque la única forma justa de vivir es combatiendo la muerte en vida de la trascendencia.
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