el patetismo del amor

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El amor lo pue­de to­do, ya sea o bien des­truir­lo, crear­lo o re­ge­ne­rar­lo. Con es­ta afir­ma­ción pro­ba­ble­men­te es­ta­ría de acuer­do Harlan T. Bobo y nos lo de­mues­tra en su ope­ra pri­ma, Too Much Love.

Todo se ci­mien­ta en el con­tras­te de lo har­mo­nio­so de la mú­si­ca y lo des­car­na­do de la le­tra y la voz. Harlan no can­ta, re­gur­gi­ta con do­lor y ra­bia las his­to­rias de su ma­tri­mo­nio, el cual aca­bo ya ha­ce años pe­ro le si­gue co­rro­yen­do por den­tro, por­que el amor es pa­ra siem­pre. Lamentos por un amor per­di­do que ya no vol­ve­rá ade­re­za­do por un pa­te­tis­mo des­pe­cha­do que to­dos he­mos vi­vi­do, el del que aun aban­do­na­do no pue­de de­jar de que­rer a la aban­do­na­do­ra y aquí ra­di­ca la ma­gia, no se es­con­de, no lo ocul­ta, el es pa­té­ti­co y sa­be que tu has si­do pa­té­ti­co, quie­re co­nec­tar con el pe­que­ño bo­bo con es­pe­ran­zas que to­dos he­mos te­ni­do que ser.

Bobo no nos da es­pe­ran­zas, no hay pal­ma­di­tas en la es­pal­da ni pa­la­bras de ani­mo, so­lo un can­to mo­nó­tono, tris­te y me­lan­có­li­co na­rran­do las can­cio­nes a la mu­jer que ama y ha per­di­do. Como to­do, co­mo todos.

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