Los delirios pop son el opio del underground y nuestro camello favorito es Takashi Miike, el cual nos da una dosis de pura estulticia picarescamente inocente en la adaptación a imagen real del anime Yatterman.
Yatterman #1 y #2 son una pareja de superheroes adolescentes dispuestos a traer la luz a un mundo oscuro amenazado por la sexy Doronjo que hará cualquier cosa por conseguir la piedra cráneo para su dios, Dokurobei. De esta simple y algo idiota premisa Miike nos regala una adaptación perfecta de un anime al cine con actores de carne y hueso, un continuo delirio donde cualquier cosa, previa anulación de la credulidad, es posible.
Durante la película se suceden continuas y fatales luchas de mechas gigantes con aspecto de perro, de pulpo o de mujer que dispara y lanza misiles por sus descomunales pechos siendo una delirante constante en la película. Luchas en las que, como manda el genero, siempre salen perdiendo los buenos hasta que le dan a su mecha-perro un hueso-batería momento en que la locura se termina por desatar al activarse las funciones especiales del mecha con las cuales produce mini-mechas. Peces voladores, perros orquesta, peces evolutivos, hormigas come circuitos, todo vale en pos de este demencial circo. Y, si aun esto fuera poco, todo se ve aderezado por los combates entre Yatterman #1 y #2 y los secuaces de Doronjo, al mas puro estilo sentai.
Es también curioso como toda la violencia y el erotismo es tratado con muchísimo tacto y gracia, respetando sus orígenes de anime relativamente infantil, permitiéndose caer ya desde un principio en gratuitas muestras eróticas. Tenemos un ejemplo de esto en el traje de clara inspiración dominatrix de Doronjo, cosa que continua a través de todas las escenas inocentemente sexuales. Inocentemente sexuales, porque en ningún momento llega a la explicitud: Yatterman #1 absorbiendo el veneno de escorpión del muslo de una chica, un breve baño de Doronjo con mucha espuma o besos en una literal inconsciencia; todo esto nos da una clara perspectiva del entramado de esta sexualidad teen tan acusada durante toda la película. Siguiendo la estela de las escenas eróticas, las de violencia se recrean en esa estética de anime tan hiperbólico que hace que resulte por momentos, incluso, ridículo, consiguiendo arrancar la carcajada del espectador, ¿hay algo mejor que explosiones extremadamente medidas y exageradas, cabriolas imposibles y muchas armas eléctricas?
Precisamente es la estética otro de los puntos fuertes de la película, consiguiendo de principio a fin crear un estándar que nos produce la continua sensación de estar viendo un anime. Los colores vivos y preciosistas, los efectos simples pero muy exagerados y el uso de una banda sonora entre lo entrañable y la epicidad de cuarto de estar crean el ambiente perfecto para Yatterman.
Un delirio psicotrónico digno de Takashi Miike que decepcionara a sus fieles mas deseosos de hostias, vísceras y frenetismo pero que hará las delicias de aquellos amantes del anime y el fantástico capaces de sintonizar con su niño interior. La inocencia es la nueva subversión.
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