La tentación de rebajar el nivel para alcanzar a una mayor cuota de personas es un sentimiento muy común entre los artistas; muy particularmente entre los músicos. Así hemos asistidos a no pocos debacles en los cuales, intentando alcanzar un público mayoritario, se han llevado por delante toda su posible calidad y reputación. El viaje a la inversa es algo muchísimo menos común y mucho más suicida, el público mayoritario ni perdona ni olvida. Por eso quizás el problema de Röyksopp es saber demasiado bien a quien están apuntando en Junior pero demostrar que no tienen las ideas nada claras de a quien se dirigen con Senior.
De lo que no cabe duda al escuchar Junior, por superficial que sea esta, es que es un más de lo mismo por parte de los noruegos. Con unos lustrosos ropajes pop nos ofrecen una electrónica fácil donde todo arreglo está elegido con un único aspecto siempre presente en la mente: ha de ser el más hortera de todos los efectos a su disposición. Durante todo el disco nos vamos moviendo entre inmensos despropósitos, a cada cual más horrendo que el anterior, donde la única justificación para las desatinadas elecciones son la diversión. El colmo llega pronto con la tróspida This Must Be It con Karin Dreijer de The Knife cantando sobre una base que sólo se podría definir como electro cumbia con pinceladas de música disco. Cuando uno descubre que en teoría esto es un disco conceptual presentándonos el aspecto juvenil y vivaz de la existencia humana uno se pregunta que clase de imbéciles retratan este disco. Y realmente es preferible seguir sin saberlo.
Con Senior llegamos al lado oscuro, siniestro y moderado de Röyksopp, con el cual sí hemos disfrutado en trabajos anteriores, con un disco en el cual se centran en el aspecto más ambiental de su música. Lo interesante es como, salvando un par de horridas excepciones, consiguen unas melodías mucho mejor concebidas. Así nos encontramos un tono oscuro, melancólico incluso en ocasiones, que nos lleva de la mano por un viaje por los tugurios bohemios de cualquier capital del norte de Europa. El problema es que, aun con todo, el disco tiene la misma personalidad que la madurez cool de esas capitales que retrata: todo es frío y distante. Y es aquí donde nos encontramos frontalmente con el gran problema de Senior, aunque queramos acercarnos a él de un modo serio y reposado siempre mantiene las distancias. Es, ni más ni menos, que la evolución sobria y oscura de Junior pero, donde el anterior era todo un fracaso, este tiene algunos ligeros despuntes que le hace brillar con luz propia para después apagarse lentamente.
Todo se resume en una única palabra: mediocridad. Hace mucho tiempo que Röyksopp se conformó con ser un grupo mediocre que contente a un fandom iletrado, que oye música pero jamás se para a escucharla; incluso cuando intentan rescatar los muebles y hacer un disco serio y maduro, acaban cayendo en la misma condescendencia estúpida de sus otros trabajos. Su retrato de la juventud y de la edad madura es el mismo que el tratamiento de su música: una existencia superficial, falsamente alocada y con un gusto pésimo para escoger arreglos estéticos. Y ahora, más que nunca, cualquiera de sus aciertos parecen fruto de una causalidad azarosa.
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