hibridando en el terror

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¿De que ha­bla­mos cuan­do ha­bla­mos de slashers? Parece una sen­ci­lla pre­gun­ta de­bi­do a su gran tra­di­ción y ex­ten­sa fil­mo­gra­fía pe­ro tam­bién, en oca­sio­nes, se ne­ce­si­ta de des­fi­gu­rar las ex­pec­ta­ti­vas del es­pec­ta­dor ha­cia el ge­ne­ro pa­ra sor­pren­der. No ca­be du­da de que es­to lo con­si­gue The Hills Run Red de Dave Parker.

Lo que en ori­gen es la bús­que­da de una pe­lí­cu­la per­di­da pa­ra su fu­tu­ra exhi­bi­ción y crea­ción de un do­cu­men­tal so­bre el mis­mo se tor­na una pe­sa­di­lla cuan­do el ase­sino es real. Y a par­tir de aquí la pe­lí­cu­la, has­ta aho­ra un abu­rri­do ejer­ci­cio de tra­di­ción, se con­vier­te en una re­fle­xión de meta-cine. El ci­ne co­mo reali­dad, co­mo ejer­ci­cio vi­vi­do de lo real pro­vo­ca que lo que de­be­ría ser un slasher con­ven­cio­nal sea una es­tir­pe de ase­si­nos cu­ya más­ca­ra y cá­ma­ra pa­sa de pa­dres a hi­jos por tra­di­ción. Pero mien­tras la más­ca­ra se ce­de con amor, des­de el amor que crea al pro­pio slasher, la cá­ma­ra se ce­de so­lo en un vio­len­to ejer­ci­cio de au­to­ri­dad. La gra­ba­ción de la pe­lí­cu­la de te­rror de­fi­ni­ti­va va cam­bian­do con el tiem­po y las ge­ne­ra­cio­nes. Mientras Babyface es sim­ple­men­te un peón, una mues­tra de un im­per­tur­ba­ble sta­tus quo, el con­flic­to padre-hija se tor­na en el con­flic­to del ci­ne de te­rror ac­tual: slasher vs. tor­tu­re porn. Así el cam­bio ge­ne­ra­cio­nal fa­vo­re­ce al se­gun­do de­jan­do un iró­ni­co pun­to fi­nal con el na­ci­mien­to de un nue­vo Babyface co­mo una suer­te de re­ma­ke del slasher clá­si­co que, aho­ra, se tor­na­rá ému­lo del tor­tu­re porn.

Quizás no sea la me­jor pe­lí­cu­la po­si­ble y no es, ni mu­cho me­nos, lo me­jor que se pue­de ver hoy por hoy pe­ro su re­fle­xión so­bre el pro­pio ci­ne de te­rror y su bre­ve­dad lo ha­cen un pla­to ape­te­ci­ble. Y al fi­nal no es más que un ejer­ci­cio de meta-cine que se atre­ve a ju­gar con las con­ven­cio­nes so­cia­les que el mis­mo ve­ne­ra. Todo por el te­rror pe­ro sin el terror.

Comentarios

Una respuesta a «hibridando en el terror»

  1. Avatar de Chris Waltz

    Habrá que verla…

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