Hacerse adulto es un asco, el ser humano quiere retener durante la mayor medida de tiempo posible la inocencia del niño; el juego como centro absoluto de su existencia. La ausencia de incertidumbre, pues las reglas son conocidas por todos, y el disfrute que supone la sana competitividad de estos nos presenta un mundo mucho menos oscuro que el adulto donde la incertidumbre es la constante común. Pero en ocasiones el juego se ve repleto de incertidumbre y, en ese caso, tenemos Jackass 3D.
Todo el grupo de Jackass vuelve para ofrecernos un más de lo mismo de siempre sólo que con dos importantes novedades: ahora es en 3D y con un presupuesto mucho mayor; el problema es que ninguna de las dos cosas aporta nada. El 3D nos da algunos chascarrillos curiosos, auténticas hostias (literales) del humor que, aunque pueden aturdirnos de la risa, apenas sí nos dejan un buen moratón en el humor. Acaba resultando extremadamente repetitivo y previsible, no hay un factor sorpresa nunca que justifique realmente su uso. Por su parte, el desorbitado aumento en su presupuesto lo encontramos en algunas de las más absurdas de las ¿proezas? que realizan. El hacer todo tipo de imbecilidades ante el motor de un avión en funcionamiento explora toda la gama inimaginable del slapstick que se haya podido crear nunca en la historia del cine, y ahí se queda. El resto es una tendencia absurda hacia los chistes fáciles que repiten una y otra vez hasta la saciedad convirtiéndose posibles bromas con chispa en interminables repeticiones de bufonadas sin gracia. El colmo de esto lo encontramos cuando se dedican a pegar incesantemente partes del cuerpo de unos en las de otros, como si intentaran lograr ser los mismos que hacían imbecilidades pueriles en sus inicios y no sofisticadas trampas absurdas actualmente.
Jackass han madurado. Por supuesto la bufonada y la imbecilidad supina, el dolor como catalizador de humor, sigue ahí de un modo ejemplar pero en cuanto intentan volver al juego infantil, a las reglas definidas con elementos mínimos, fracasan por el tedio de la pura repetición. Su humor sigue siendo esencialmente igual pero ellos han cambiado, han crecido mucho desde sus primeras incursiones. Y ahora nos exigen otro tipo de humor, igual de cruel y salvaje, pero ahora mediados por una absurda incertidumbre. Es humor, es imbécil, pero lo es de otro modo.
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