Algo que ya entendió en su día Marx es que es más sencillo realizar una crítica hacia la sociedad desde el humor que desde el posicionamiento crudo a la propia realidad. De esto Banksy nunca ha entendido lo más mínimo y Los Simpson siempre lo han entendido quizás demasiado literalmente y en el capitulo tercero de la temporada 20 aúnan fuerzas para ello.
Después de una intro habitual, solo que lleno de pintadas de Banksy a lo largo de la ciudad, el gag del sofá nos transporta hasta unas imágenes de una factoría de Corea. Represión, trabajo infantil, gatos descuartizados para rellenar peluches con su pelo y unicornios para hacer agujeros de DVD’s de, como no, la propia serie de Los Simpson. Y aquí comienza el desatino de todos, pensar que hay una crítica abierta al modo de producción de la serie propiamente dicho. Hemos de tener en cuenta que el gag del sofá, este incluido, es simple y llanamente un recurso humorístico recurrente que, en segundo lugar, puede tener un trasfondo político-social, no al revés. El precintar cajas con la cabeza de un delfín o usar un unicornio de agujereador es algo cómico en la linea cándida y ligeramente absurda que han ido cada vez cosechando más en la serie. ¿Pero hay crítica entonces? Por supuesto, pero no contra la serie, sino contra el propio modelo de producción capitalista. Probablemente los dibujantes coreanos no estén en unas circunstancias perniciosas y horribles pero no deja de ser cierto que lo que nos enseñan si ocurre en otros casos de conocidas multinacionales. El chiste no es sobre Los Simpson, una vez más, es una ironización de toda la sociedad señalándose a si mismos, como cuando critican jocosamente a la FOX por algunas atroces (y ficticias) actitudes capitalistas.
Nadie duda de que Banksy sea demasiado explicito en sus mensajes o que Los Simpson ya no son ni probablemente serán lo que fueron pero en la combinación han vuelto a la crítica mordaz y polarizadora. Y la demostración de esto es, precisamente, que ninguno de los grandes medios ha terminado de entender la crítica. Las críticas jocosas son alimento para la ideología.
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