Si lo que define a los seres humanos es ser maquinas deseantes entonces no nos define como tales tanto nuestra capacidad de deseo como el hecho de cumplir esos deseos. Sólo en tanto capaces de alcanzar la capacidad del acto se puede considerar que algo es capaz de realizarlo, pues aunque los pájaros bobos tengan alas no son capaces de volar. Y si sólo en el acto de cumplir nuestros deseos somos humanos, entonces Blinky™ de Ruairi Robinson lo es más que cualquiera de nosotros.
Este delicioso cortometraje nos cuenta como Alex Neville, un niño caprichoso y estúpido con unos padres al borde del divorcio ve cumplidos sus sueños al regalarle sus padres un robot Blinky™ para tapar su obvia incompetencia paternofilial. Así, aunque al principio adora al entrañable robot, no tardará en aburrise de él hasta maltratarlo ostensiblemente como modo de liberar sus sentimientos; como parca imitación del teatro del absurdo que es la relación de sus padres. El encantador Blinky™ con su expresión única y voz metalizada monocorde no sólo es capaz de llevar a buen puerto los deseos de Alex, incluso los más oscuros, sino que es capaz de conseguir despertar sentimientos en los demás. ¿Cuanto hay de deseo lo que ordena el niño como en Blinky, que se ha visto relegado al papel de marioneta servil? Aunque en apariencia sería precisamente el robot el sirviente incondicional, el medio para los deseos acaba siendo el humano el que, en su incapacidad para materializar lo que realmente desea, crea la condición necesaria para el inexorable final.
No hay maldad en cuanto sólo hay una recepción de un deseo y el cumplimiento ecuánime, limpio y metódico del mismo. En último término no podríamos definir a Blinky como un robot cuando él es el único que acaba comportándose de una forma autónoma, en búsqueda de la resolución de los deseos que le eran negados en su condición de esclavo. El absurdo mundo inventado de la familia, basado en la edificación de una incapacidad total de satisfacción mediante el deseo, les relegan a su vez a la mínima condición de robot. La condición de humano no se encuentra en lo biológico.
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