Según algunos historiadores podemos seguir la historia de la humanidad a través de sus cambios políticos, otros más cercanos a Marx, que debemos hacerlo por los cambios en la producción, pero según Mamoru Oshii el modo más adecuado es mediante los hábitos alimenticios y sus repercusiones en la sociedad. Y aquí entra en juego su película/mockumentary Tachiguishi-Retsuden.
A lo largo de este falso documental nos presentan la historia de Japón desde la segunda guerra mundial hasta la actualidad, el declive de la antigua sociedad imperial en favor de una cultural global, siguiendo la pista de los tachiguishi, delincuentes que comen en restaurantes sin pagar, cada cual con su técnica particular y cuyo nombre remite siempre a la base de su alimentación. Desde Moongaze hasta Curry o Hamburguer, vemos un cambio en la mentalidad de la sociedad a través tanto de la comida que consumen como en la construcción de la personalidad de cada uno de estos timadores; desde la importancia del honor en los 40’s en el aun muy tradicional Japón, la adopción de la comida rápida en los 80’s como ataque a la cultura tradicional, los ataques terroristas en los 90’s contra la cultura gaijin o la aceptación de la comida rápida y la globalización en los 00’s, se nos presenta como una genealogía del país, su gente y sus costumbres a través de su comida.
Ya que aun siendo un falso documental recorre la historia reciente de Japón y su apertura al exterior, se permite cimentarlo a través de usos poco ortodoxos para una historiografía que tampoco pretende hacer: siempre tiende hacia la ironía, hacia el humor, hacia el trazo grueso pero efectivo de lo real; los hula-hops y las coca-colas explosivas se nos muestran arma de propaganda, símbolo del discurso. Y es que, en palabras de Frankfuter Tatsu, se que Disney Land esta vació y es falso, pero esta lleno de todo y nada y he ahí la esencia y paradoja de Tachiguishi-Retsuden.
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