Todo es político. Partiendo de tal premisa, cualquier análisis que pretendamos hacer al respecto de la realidad se verá siempre pre-configurado no sólo por nuestras posiciones políticas, sino también por las disposiciones de tal clase que estén insertas per sé en nuestro objeto de estudio. Siempre que pretendamos hacer un análisis al respecto de lo real, de lo que acontece, hablaremos de las cosas en tanto son percibidas al pasarlas por un filtro establecido de ante mano a través del cual lo analizamos; por supuesto, nuestra responsabilidad es hacer que el filtro manipule la imagen en la menor medida posible. O en dejar dispuesto de forma consciente la existencia de ese filtro. La política no puede tener ningún propósito finalista absoluto, premura en su objetividad, presunción de verdad o solución unívoca ante los hechos, porque ésta siempre se nos da como un juego de fuerzas fractal: cada juego de fuerzas crea una nueva disposición de juego de fuerzas ad infinitum.
La presunción de la imposibilidad de una verdad política que vaya más allá del aquí y ahora, de una cierta pragmática realista de lo que funciona en cada caso, pues ningún acto funciona igual dos veces, sería lo que desarrollaría Park Chan-wook en su guión de The Anarchists, aunque dirigido por Yu Yong-sik, donde desvela lo que en el resto de su filmografía son insinuaciones que, no por evidentes, dejan de ser oscuras: su posición política.