1. Sakurai, Ao. Músico, diseñador gráfico y travestí japonés, es particularmente conocido por ser el líder y guitarrista del grupo de culto de visual-kei cali≠gari. Como fundador del espacio ero-guro en lo musical, heredado desde la consciencia propia del erotismo carnavalesco propio del género, llevaría éste hasta sus más aberrantes consecuencias estéticas en sus actos públicos: su dimorfismo se nos presenta en un simbolismo incognoscible; la cantidad de sangre artificial que lucía sólo eran comparables con la cantidad de laca necesaria para mantener sus tan horteras como imposibles peinados. He ahí la inviolabilidad de su travestismo. La asunción de una forma pretendidamente equívoca, al menos según la normatividad social, es la consecución del diseño del pensamiento erótico grotesco sobre el propio cuerpo: aquello que se nos presenta en las ideas, emana en él hasta cobrar una forma física coherente con las mismas. Su autenticidad deviene de su presencia polimorfa, errática, carente de una organización estática.
2. Los japoneses y el erotismo en sus formas más extremas son todo uno, quizás también por sus intercambios culturales frecuentes con los franceses, los benditos pervertidos de Europa. ¿Qué podemos esperar entonces de un grupo que afirma hacer ero-guro kei y, además, se hacen llamar cali≠gari? Nada menos que una fiesta de color, vísceras y celebración de la diferencia absurda de una sexualidad ambigua, desastrada y colindante con el más puro absurdo. Una celebración carnavalesca adaptada al terror, asumiendo unas formas sanguinolientas sin perder el fervor sexual de éste por el camino, es lo que nos proponen de una forma que va aleteando entre el post-punk y el rock alternativo para conformar un todo extraño, divertido, epatante. Como una fiesta dionisiaca en la cual todo el mundo está invitado y la única condición para permanecer en ella es no hacer nada para estar invitado, pero hacer todo por ser echado de forma constante de la fiesta. Porque ese es el espíritu de Halloween, de la fiesta de la oscura extravagancia, el más absoluto hedonismo liberado a través de sabernos rodeado de nuestros más profundos temores carnalizados.
3. El espectáculo expresionista de マグロ aka Atún sólo se explica en la imposibilidad de su explicación; cali≠gari se sitúan como una fuerza viva del romanticismo puro, una fuerza que pretende erigir la realidad a través de la asociación libre del mythos absolutamente alejado del logos. Su lógica está disociada de la realidad. Por eso hacer una canción donde se desgrane la idea del atún, de su pesca y decapitación, es la forma última de la lógica festiva de aquello que supone lo carnavalesco: es la representación del absurdo del mundo. Cuando un pez es pescado es arrojado en el mundo en un sentido completamente ajeno al del hombre, pues es situado en medio de la lógica del mundo; cuando pescamos un pez, estamos introduciendo un ente a través del cual interactuamos con diferentes formas mundanas. Pero nuestra relación con él está mediada por el absurdo. Lo decapitamos, lo exhibimos empalado o colgado de un gancho, lo salamos, lo vendemos al por mayor o al por menor, lo cocinamos y nos lo comemos, en algunos casos los adoptamos de mascotas y cuando son sirénidos los entendemos como fantasías sexuales de liberación; ¿cual es el límite de lo que es un pez? El pez arrojado al mundo es un momento de la demostración de lo carnavalesco, de las mil caras, del absurdo que arroga la carne del mundo.
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