Un grito ensordecedor cegado por una guitarra fulgurante. Personas que carecen de superpoderes después de robarlos sin censura en una casa de subastas. Un antiguo mercenario del pop asesinado por la ira renacida de un joven hijo bastardo del folk y la furia. Escuchar las notas que nunca fueron tocadas, ignorar las convenciones para quemarlas. Hacer un disco llamado We’re gonna walk around this city with our headphones on to block out the noise. Ignorar el nombre. Ser Nosferatu D2.
Intentar hablar de Nosferatu D2 desde las manidas nociones de la crítica musical sería como intentar definir desde el concepto de sexualidad católica una orgía bien cargada de MDMA en el interior de un autobús en caída libre desde un Boing 747. Es caótico y salvaje, no hay ninguna noción que se supone que deban respetar o reverenciar con una absoluta prioridad hacia cualquier acercamiento artístico. Es todo furia desatada; es el punk llevado hasta la noción misma de la musicalidad. El intento de aplicar cualquier etiqueta nos llevaría hacia un fracaso tan absoluto como absurdo. Aquí no encontramos indie, ya está tan fuera de él que el disco se tuvo que encontrar y publicar tres años después de la disolución del propio grupo. Y llamarlos alternativos presuponen que es una salida tangencial desde la tradición, un camino paralelo, y no la aniquilación de cualquier convención que transpire cerca suyo. No existe a día de hoy un aparato crítico que pueda digerir la mímesis aniquiladora de esta increíble acción de pura sociabilidad autista musical.
¿Como cabría hablar de un disco que no quiere ser escuchado? No cabe hablar. Cuando sentenciamos el aforismo de lo que no se puede hablar hay que callar de Wittgenstein no estamos mandándonos callar, nos estamos instando a hablar. Ante la imposibilidad deberemos no explicar sino procurar transmitir que hay del carácter esencial de los aspectos diseccionados. Tendremos que plantear un corpus teórico equivalente, paralelo quizás, que como en este caso nos llevará a una montaña rusa sentimental imposible de explicar; posible de entender. La urgencia de la soledad que supone el estar inmerso en un mundo del cual jamás podemos desconectar es, en última instancia, todo lo que cabe comprender del vaivén infernal al que nos someten. Como juguetes pisoteados hacen la música de la vida del hombre contemporáneo, un trastornado canto a la incoherencia donde el aislamiento de cualquier noción anterior es sólo una falsa mascarada que, en verdad, nos acerca al Otro. Es fácil ser deprimente, es fácil ser apático; ellos eligen la tercera vía.
Nosferatu D2 se suicidó cuando no considero lo suficientemente emocionante su vida. Durante esta sería sólo un grupo underground, totalmente desconocido. A su muerte, lo sigue siendo, pero nos queda la reliquia de lo que fue en forma de apología de arte. ¿Qué es Nosferatu D2 sino un pequeño pedazo de arte tan profundo que escupe la desidia y la negatividad, lo que no quiere para sí, a los ojos de la contemporaneidad?¿No es acaso nuestro tiempo la era de la bilis derramada? Recordad: lo que no se puede decir está para ser transmitido.
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