Si el arte constituye el objeto y si la religión vive solamente por la secuencia a este objeto, la filosofía se distingue muy claramente tanto de uno como de otra. Esta última no se opone a un objeto a la manera de la religión, ni crea uno, a la manera del arte. Al respirar la libertad, por el contrario, amplía su mano destructora tanto contra la constitución del objeto, como contra la propia objetividad.
Max Stirner
Si el arte se origina como creación de un objeto, entonces deberíamos entender que cuando alguien lleva su vida personal hasta convertirla en una cierta forma del arte el yo se justifica en su articidad creadora: el ego que nace del arte no es puro egotismo, sino el objeto validado de su propia creación. No existe per sé el ego en su concepción cotidiana. Es por ello que el ego nacido del puro sentimiento de egotista, nacería como un fundamento religioso; en oposición al ego que surge sólo en tanto se edifica como arte, el ego religioso sería la consecución ya no del amor por sí mismo, sino de la confrontación con algún otro: existe sólo en tanto oposición: se tiene ego por oposición a la otredad del ego. Bajo este prisma no seria absurdo entender que el ego entonces sólo es posible en el arte, pues sólo a partir de que alguien constituye su ego como tal puede darse un otro a partir del cual edifique un ego religioso, un ego nacido de la pura oposición, un ego abortado del auténtico sentimiento de individualidad. Es un ego falsamente puro, nacido de un binarismo hegeliano carente de todo sentido.
La filosofía sólo es capaz de destruir las formas particulares del ego, la auto-crítica sólo es capaz de negar la presunta objetividad y la constitución del objeto. Filosofar es nadar en el vacío. Pero ese nadar que se nos presenta como negar, nos hace pensar el ego tal y como es: sólo se nos define más allá de formas (el arte) y modelos (la religión/la ideología) a través de la interpretación (la filosofía). Por lo tanto, sólo a través de la filosofía puede pensarse el ego tal y como se nos es dado, arrojado, en el mundo.
¿Cómo puede definirse entonces el ego? A través de la filosofía, a través de la auto-consciencia de sí. Aquel que crea un ego basado en su obra artística, está depositando el ego en un objeto: su ego es un fenómeno sólo apreciable por el otro; aquel que crea un ego basado en una aspiración religioso-ideológica de sí mismo, está depositando el ego en un sujeto ajeno a sí mismo: su ego es un reflejo de lo que pretende que los demás vean en él; sólo en el caso de que el ego haya pasado por la filosofía, por la auto-crítica, por la interpretación, éste se nos presenta como un yo consciente de su auténtica situación en el mundo. Sólo entonces se disuelve el modelo religioso-ideológico y la forma del arte se vuelve la extravagancia de un yo puro, de un ego vacío de toda posibilidad: todo lo que soy y podría ser, se define entonces a través de mi mismo. Dios sobre mí, el mundo fuera de mí, el espíritu humano en mí en un sistema que comprehende todas las cosas1.
Kanye West va a ser algo similar a lo que significa Steve Jobs. Soy sin duda como lo que Steve fue para Internet, pero en el mundo urbano, en la moda, en la cultura. Punto. Muy por encima del resto (…) Cuando tienes algo que lleva el nombre de Kanye West, se supone que es algo que está llevando las posibilidades un poco más allá. Seré el líder de una compañía que acabará teniendo un valor de miles de millones de dólares, porque tengo las respuestas, entiendo cómo funciona la cultura. Soy el núcleo.
Kanye West
- KANT, I., Gesammelte Schriften, Berlín, Gruyter, 1936, Ak. XXI, p.39 [↩]