Mejor que vivir
Miguel Noguera
2014
¿Qué es posible encontrar en Mejor que vivir que no hayamos encontrado hasta el momento de Miguel Noguera? Nada, salvo «más» Noguera. Más concentrado, más abusivo, más extremo. ¿Mejor? No por necesidad, ya que aquí hay más altibajos —sus ideas se esbozan, no se desarrollan con profusión, lo cual permite introducir más jugando arriesgando la calidad por cantidad— sin por ello hacer que la calidad disminuya Ha dominado la idea. Donde antes necesitaba desarrollos más largos ahora, concentrados, como un flash, alumbran con la misma intensidad en una menor duración. Aunque no siempre, pues en ocasiones la idea no termina de encajar o no despierta esa chispa interna que se le intuye, sí podemos encontrar en la mayoría de casos como despega hacia el infinito en singularidad. Sus ideas son más densas, pero más sencillas.
Al hacer todo más denso, que no más difícil —entendiendo denso en sentido físico: hay mayor cantidad de materia por espacio, no es denso porque sea más enojoso al lector — , consigue hacer orbitar alrededor satélites ideales: ninguna idea se acaba en sí misma, siempre existe comentario o explicación, meta o no, que va más allá de lo explicado. Como el destello fugaz, por destello, no excluye la existencia de la estrella.
¿Por qué denominamos el conjunto de esta obra desquiciada, sus ideas, como estrellas? Porque la consecución rápida de éstas, ya que nos encontramos dos o tres ideas de media por página, crea en la mente de quien se deja inundar saturar la sensación de estar asistiendo a la realidad de un microcosmos comprimido tras una lógica abrumadora. Abrumadora por imposible. No imposible porque represente mundos o verdades ajenas al nuestro, sino por todo lo contrario: escarba tan profundo dentro de nuestras miserias cotidianas, de nuestros «y sí…» que la mayoría sólo se permiten como fogonazos fugaces de surrealismo, que nacen de la observación de la extrañeza del mundo, consiguiendo condicionar nuestra lectura atravesándolo por su pensamiento. A partir de cierto momento, no sólo se lee a Noguera, se lee con Noguera: las ideas tienen desarrollos ulteriores, o conectan unas entre sí, porque su desquiciada visión del mundo ha germinado en nuestras cabezas.
El dominio del dibujo, sucio, y de la escritura, incisiva, es lo que hace del conjunto tan sugestivo. Su homogeneidad, tanto en la lógica textual-pictórica como la que existe entre cada una como continuidad, permite que nos sumerjamos con facilidad en esa particular existencia de ritos y objetos y fraseología y comportamientos que van más allá de lo coherente, hasta que nos damos cuenta que podrían ocurrir. Como estrellas, porque Mejor que vivir fundamenta su propia galaxia particular: vías por temas, planetas por resquicios, estrellas por ideas.
Imposible de decir por escrito. Miguel Noguera se llamó a sí mismo «heridas más grandes que el cuerpo que las sufre».
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