En un momento donde el metal extremo parece ser objeto de vanguardia sus formas más puras saben a extraño néctar imposible. Quizás partiendo de esto alguien crea que la mezcla de todos los géneros extremos al tuntún añadiéndole la manida estética totalitarista puede atraer al fan medio de los géneros. Y así es, otra es que un disco como Witchkrieg de Witchery sea capaz de mantener la atención de nadie.
Entre el trash, el death y el black metal sea sitúa un disco de sonido denso y contundente que, pese a su velocidad, suena increíblemente lento. Los destellos tecnicistas por parte de la guitarra de Patrik Jensen empiezan agradeciéndose como un interesante alivio de la pesadez del disco y acaban siendo una tortura de vacuo sentimiento. Y ese es el problema del disco, esta vació, no tiene alma y es una de las cosas más inmensamente aburridas que uno puede escuchar. Después de las dos, por otra parte notables, primeras canciones uno solo puede escuchar este disco como una fuente de denso ruido con puntuales e irritantes solos de guitarra. La mezcla de géneros, al tuntún, elimina cualquier posibilidad de encontrar una personalidad propia. Tampoco ayuda que el cantante, Erik «Legion» Hagstedt, parezca estancado en un eterno registro para cantar el enésimo Panzer Division Marduk. Por lo demás, su estética totalitarista acaba por resultar desastrosa, no tienen gancho ni continuidad temática de ninguna clase dentro del propio disco, haciendo que sea más un lastre estético que un verdadero punto de esta fallida obra. Sin duda alguna una áurea mediocridad de un sopor insoportable.
Su propuesta de mezclar todo lo mezclable dentro del caldero de lo extremo solo consigue una sopa irregular, densa, espesa y, lo más grave de todo, sin sabor alguno. Finalmente Witchery se nos presentan como lo que realmente son, un grupo torticero que intentan alcanzar el éxito con las sobras del éxito ajeno. Señores, menos Satán y más personalidad.
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