Para entender el mundo quizás debamos antes entender que todo se mueve por una hipotética ausencia de movimiento basada en la sutil conspiración del día a día. Donde parece que no ocurre nada o donde parece todo clarísimo es donde se esconden las trágicas gamas de grises donde necesitaríamos reflexionar sobre lo sucedido. Y para hablarnos de esto tenemos aquí Rubicon.
Will Travers es un hombre brillante que trabaja en el think tank American Politic Institute como un analista de sistemas, pero pronto es ascendido debido a la muerte de su jefe, mentor y suegro David Hadas. Pero él, poco antes de morir, le dejó algunas cosas que le pondrán en la pista de que algo muy malo ocurre detrás de la fachada de bienestar de la política estadounidense. Tomando el estilo y la pausada acción de los thrillers de conspiración política de los 70’s nos presenta Rubicon una historia absolutamente contemporánea. La maraña que hay detrás de toda esta conspiración es el objetivo último de Travers, el cual tendrá varios personajes al corriente de sus actividades, ya sean en la sombra o sean objetivos de sus enemigos. En el primer caso nos encontramos al inteligente, frío y distante Kale Ingram, el supervisor de Will el cual intentará estar siempre al corriente de cuanto acontece en la investigación del mismo. En el segundo caso tenemos a Katherine Rhumor, la esposa del empresario Tom Rhumor, la cual comienza a investigar sobre la vida de su marido a raíz del extraño suicidio de este. Todos son pequeñas piezas dentro de un gran juego de ajedrez donde los jugadores de cada bando no están claros y las piezas se mueven a ciegas en un tablero casi infinito. Las lealtades se difuminan, se vuelven borrosas y toda acción parte de una problemática evidente de falta de información. Hay que tomar decisiones con una información limitada, como en un think tank, como en la política.
Pero si de algo podemos estar seguro es que Rubicon es una serie absolutamente realista incluso cuando parece que apenas nunca ocurre absolutamente nada. Todo ocurre entre bambalinas, entre las sombras, los planes no se hacen de un minuto para otro sino que llevan un concienzudo trabajo donde se puede desmoronar todo por la más peregrina de las razones. Además de la evidentísima crítica a los servicios de inteligencia, mentideros habituales que ocultan ciertas verdades al público general, hay una muy acertada crítica a los medios. Precisamente estos, como cómplices del papa estado, nos mienten y manipulan con una desinformada presión mediática en la cual se nos afirman como verdaderos hechos absolutamente falsos. Por esto la serie nos habla no de una conspiración secreta, sino de la conspiración que sufrimos a diario delante de nuestras mismas narices. Mientras los políticos y los medios nos mienten nosotros seguimos adelante, queriendo ser ignorantes de semejante juego de marionetas al cual estamos sujetos. Y es que en Rubicon, como en los cuentos, hay una potentísima moraleja: Tú, lector, eres el culpable último y único de que el sistema esté podrido. Tú, vago pusilánime incapaz de levantarte del sillón y luchar por lo que crees eres quien podría cambiar la sociedad y no lo haces al creerte las mentiras de quienes niegan que puedas hacerlo, los mismos que se benefician de tu pasividad. Y por eso es una serie tan genial como incomoda; no es complaciente, es infinitamente cruel.
Pasamos por la vida siempre con una ausencia de datos con la que tenemos que operar a la hora de decidir las cuestiones importantes de las mismas. Y aun pasando a ciegas por la existencia somos capaces de llevar vidas plenas. Creer que no podemos cambiar la sociedad es atarse la venda en los ojos del que se deja conducir al matadero. Información nos sobra, valor nos falta.
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