Bbiribbom Bberibbom, de Co-Ed School
La dificultad de definir el amor en términos racionales nos ha llevado, de un modo más o menos sistemático, a diferentes representaciones de éste como amour fou, el amor como locura. Los ejemplos más famosos del amor, y aquí hablaremos del paso anterior al amor loco: el amor adolescente, irían precisamente en la dirección de denunciar esta locura que supone el amor en sí mismo. Desde Romeo y Julieta de Shakespeare hasta Las cutias del joven Werther de Goethe o, de paso, la saga Crepúsculo todo no dejan de ser denuncias y alabanzas por un amor loco, un amor prohibido y que va más allá de toda lógica, que acaba de forma más o menos trágica pero que necesariamente pasa por el dolor, por la renuncia del sentido, para constituirse como amor. El problema de esta posible interpretación es que caracteriza el amor no como algo digno de ser perseguido o algo que sea normal pretender alcanzar, todas estas interpretaciones dejan al amor en la posición de hechos adolescentes que apenas sí valen para auto-destruirse de formas particularmente elaboradas. El amor adolescente se considera como la incapacidad de elegir de forma adecuada lo que más conviene a uno mismo.
El amor loco sería el amor que se produce en las conformaciones adultas de las personas que no saben elegir las formas más estables de relación para la sociedad. El amor loco es: el pasional desenfrenado, el que elige dedicar su vida por completo al otro, el romántico en todas sus formas no basadas en las tibias formalidades o el (moderado y ahorrativo) uso de capital de alguna clase, el que se salta las convenciones sociales y el que dirán, el que aparece sin poder explicar por qué, el que no necesita de formalizarse legalmente o, en general, aunque no exclusivamente, cualquier clase de relación amorosa que la sociedad no pueda clasificar, compartimentar y controlar; cualquier relación que no se base en la producción de tiempo laboral. Es por ello que estas formas de amar llevan a que las personas sean tachadas de pueriles, infantiles o, en el peor de los casos y siguiendo la clásica escalada de irracionalidad, locos; todo aquel que no sigue lo que la sociedad establece como una relación saludable, que podría traducirse como relación fácilmente controlable y predecible, está condenado a la locura. Por eso resulta particularmente sugestivo el tema de Co-Ed School.
Ah ah ah ah ah ah ah bbiribbom
eh eh eh eh eh eh eh bberibbom
Ah ah ah ah ah ah ah bbiribbom
eh eh eh eh eh eh eh ~
Ya desde el nombre de la canción dejan claro sus pretensiones. Bbiribbom Bberibbom es un juego de palabras que no significa nada en sí mismo pero que, además de tener un sonido agradable al oído, crea una mínima cacofonía que se deja entrever tanto como una especie de rima infantil estúpida o como un tartamudeo tímido; el juego de palabras crea la impostura de estar ante una perdida del sentido del lenguaje: es el tartamudeo incapaz de articular palabra ante el objeto de los desvelos del enamorado. Por ello ya el núcleo mismo de la canción, el nombre y lo que define todo el estribillo de la canción ‑cosa determinante en tanto que estamos hablando, no lo olvidemos, de una canción pop‑, se basa en la generación de un sinsentido propio.
Una vez sumergidos en el pleno de la canción, particularmente siguiendo la estética que se prodiga en el videoclip ‑toda ella bien hilada en un contexto doble de psiquiátrico-cuarto de juegos infantil‑, nos encontramos con que este sin sentido se despliega con fervor de una forma constante pero también lanzando pequeñas pistas sobre como se concibe la locura en sí del amor. Aunque la canción en su estribillo y en varios momentos se basa en el uso de la repetición del juego de palabras sin sentido homónimo de la canción, el grueso de esta se define a través de pequeños juegos estilísticos que nos van presentando una particular concepción del amour fou que va más allá de su interpretación común; en la canción el grupo no se queda estancado en una interpretación maximalista de las consideraciones y penas del amor, sino que hacen una interpelación constante hacia su propia condición y como la sienten. Es por ellona de las partes más sugerentes llega justo antes del segundo bis del estribillo:
My heart always beats in a way that I’m afraid;
at this rate I don’t know if I’ll die
I know your burning heart bbiribbom bbaeribbom
El amor como patología no se nos presenta aquí como una desviación mental o sentimental ‑ya que esta suele ser la forma en que se piensa el amor en tanto patológico (en tanto locura) dentro de la sociedad pero que, sin embargo, el grupo ni siquiera lo tiene en consideración- si no más bien como una pura afección física. El amor es algo que produce que el corazón lata muy fuerte, tanto que uno pueda llegar a preguntarse si eso no producirá la muerte o si acabará prendido fuego. Aun con todo al final de esta consideración física se acaba en el desvarío balbucear en el cual se sumergirán de una manera aun más fuerte justo al acabar en el pegadizo estribillo. Aun con todo, sí habría menciones hacia la locura como patología dentro de la canción en el último fraseo antes del último estribillo:
My soul is crazy, falling for you
can’t come to my senses
come to me, show yourself to me
Lo primero que llama la atención es como la consideración de loco no cae de forma primaria sobre la persona ‑no es que se vuelva loco él, se vuelve loca su alma; la locura es una patología externa de sí mismo que le condiciona- aun cuando sí es él el que se enamora en sí mismo. Ahora bien, también es el amor el que produce un colapso de sus sentidos y el que produce que tenga que ser el objeto de su amor, su enamorada, la que se muestre a sí misma para él en tanto yo; el amor colapsa todos los sentidos subsidiarios, pues destruye el cuerpo, los sentidos y el alma, pero en momento alguno podemos considerar que haya una locura per sé en estas formas amorosas. Es por ello que deberíamos posicionar al amor que están predicando Co-Ed School como un amor que no se basa en la perdida del yo, de la cordura, sino que lo que se produce es una perdida absoluta del sentido; el amor para este grupo de k‑pop es la perdida de todo sentido racional del mundo, de todo aquello que se presupone de sentido común, para reconocer sólo aquello que está en sí en tanto sí: el yo. Por eso la consideración que hacen del amor no es tanto de locura como de sin-sentido, como de aquello que sólo alude al más puro deseo (amoroso) sin aludir jamás a si es lo más conveniente en la situación dada en el mundo.
¿Qué ocurre entonces? Que el amor deforesta cualquier noción de racionalidad del bosque de la sociedad capitalista. La constante alusión al sin sentido, a la perdida total de todo pie en el mundo renunciando a algo que no sea el más absoluto yo que se representa en él ser reconocido en el otro -show yourself to me: el mostrarse el otro a uno mismo para sintetizarse en el amor; ser uno en el amor en sí mismo‑, nos aleja de la cómoda, aun cuando deleznable, posición de hacer lo más productivo en términos económicos. El amor que es digno de ser llamado así está más allá de lo laboral, de lo que produce un bien tangible y directo para el capital. Un último ejemplo nos vendrá bien para ver esto:
Boys:
You’re my only escape; stop with the club’s girls
Sing only for my sake You’re my boo
From now on, I’m your 24 hour standby
No need for other words, only this word: Y.O.UGirls:
Definitely don’t think as you please, compare and consider
I’m pushing and pulling, there is no interest in my life
As it is, stop coming to me now; Throw rocks at my heart
My shaking heart bbiribbom bbaeribbom
Ellos están hartos de la seducción, de chicas que no les aportan nada y ellos sólo quieren una cosa: a ellas. Para ello se prestarán como galantes héroes medievales como caballeros de centelleante armadura a estar disponibles las veinticuatro horas, sin excepción, para ellas. Sin embargo ellas declaran sin ninguna vehemencia que ellos no se han parado a pensar, que deberían considerar que ellas no tienen ningún interés en la vida y que lo que quieren no es un amor racional que las proteja, las mime y las colme de todo aquello que ellas puedan necesitar, sino que lo que quieren es que les arrojen rocas a su corazón; el amor se define no por aquello que les puedan ofrecer, que no dejaría de ser una alusión a la productividad de esa relación, sino que ha de aludir a que su cuerpo se descontrole y les indique esa es la persona que estabas esperando, independientemente de si es la más idónea o no. Y es así en tanto cuando su corazón se pone a temblar sólo dice una cosa, una cosa que ya hemos repetido hasta la extenuación: bbiribbom bbaeribbom.
El amor es desear al otro hasta el punto de desear ser el otro, descomponerse en el otro, producir que todos los intereses personales se supediten al cumplimiento de los deseos, sean cuales sean estos; pero el amor lo es tal en tanto ambas partes se definan a través de ese deseo de cumplimiento, de reconocimiento, de todo deseo del otro por encima del propio. Así, en esta renuncia del yo por el tú, acabamos en la relación que va más allá de todo sentido lógico para constituirse como un nosotros al vaciar todo sentido en la recursividad del tú ‑si (a) lo es todo para (b) y (b) lo es todo para (a) no se es más que la perfecta síntesis de sí mismos en su vaciamiento. Por ello el amor, tanto en el k‑pop como en cualquier conformación ajena al tiempo laboral del mismo, es el flujo constante de deseo que se establece como el tsunami en el cual el yo muere para disolverse en el tú que nos llevará hacia el nosotros, hacia la mínima comunidad posible donde dos se hacen uno.
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