Los seres humanos vivimos tras máscaras que nos definen como algo que realmente no somos, sino el aspecto que deseamos dar cara hacia los demás. Poder ver como es la gente de verdad nos llevaría hacia un traumático desenlace en el cual no podríamos confiar ni en nuestra propia identidad, creada entre mentiras. O al menos entre lo que necesitamos creer que son mentiras adornadas de verdades. Eso plantea al menos el perturbador one shot The Memories of Others del siempre demencial Shintaro Kago.
En esta breve historia toda la gente sufre un caso agudo de panelitis, una enfermedad por la que se pueden ver en forma de paneles de cómics las últimas acciones de estas personas de forma progresiva. Esta extraña afección llevará a descubrimientos muy poco agradables sobre la escasa virtud de los conciudadanos de nuestra protagonista, acabando incluso en una fuerte oleada de suicidios. Dentro de la excusa general que busca Kago para su presentación de vísceras y sexo barato encontramos un experimento formal delicioso. Mediante la auto-consciencia de los propios personajes de ser personajes salidos de un manga se permite una enfermedad imposible, una enfermedad única de la rotura de la cuarta pared del cómic, para hacer un chiste rupturista. Uno que no solo rompe con las convenciones de los personajes, desestructurados y destrozados por la nueva e insostenible situación, sino también las convenciones propias de no consciencia de la forma más elegante posible: hacer coherente en el universo propio de los personajes un hecho solo posible en el soporte cómic.
Con un humor sórdido Kago consigue tirar abajo todas nuestras ideas preconcebidas sobre que podría ser un cómic de ero-guro. Sus personajes no volverán a ser ellos mismos nunca más, ya que a partir de ahora, libres de todo artificio, solo podrán ser el reflejo desnudo de ellos mismos. Lo que siempre fueron, lo son ahora más, en forma de paneles de pensamiento.
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