en el duelo de la carne y el metal no vence el mejor

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Si ha­ce­mos ca­so a La Mettrie el hom­bre no es más que una ma­qui­na bio­ló­gi­ca que fun­cio­na por una se­rie de fun­cio­na­lis­mos me­cá­ni­cos y por tan­to la di­fe­ren­cia­ción cyborg-humano se­ría una cues­tión me­ra­men­te cau­sal. Cuando ahon­da­mos en unos y en otros en­con­tra­mos la di­fe­ren­cia sus­tan­cial en­tre am­bos, los hu­ma­nos son po­li­fa­cé­ti­cos y los cy­borg ‑las ma­qui­nas en general- ape­nas si son crea­dos pa­ra una úni­ca fun­ción. Pero in­clu­so así crea gra­ves pro­ble­mas, co­mo nos en­se­ña el epi­so­dio Steel de The Twilight Zone.

El bo­xea­dor Steel Kelly es el en­tre­na­dor de un ro­bot mo­de­lo B2 que, de­bi­do a su an­ti­güe­dad, es­tá ya fue­ra del cir­cui­to de la lu­cha pro­fe­sio­nal de bo­xeo de ro­bots. Con un ro­bot des­tar­ta­la­do, sin nin­gu­na po­si­bi­li­dad de com­ba­te con él, Kelly nos aca­ba de­mos­tran­do cual es una de las li­neas que se­pa­ra al ser hu­mano de las ma­qui­nas: los sen­ti­mien­tos. En su de­ses­pe­ra­ción aca­ba com­ba­tien­do él mis­mo con­tra un ro­bot mo­de­lo B7 con la es­pe­ran­za de ga­nar una lu­cha im­po­si­ble y, por pri­me­ra vez en su vi­da, es no­quea­do en un com­ba­te de bo­xeo. El hom­bre aplas­ta­do por la ma­qui­na, hu­mi­lla­do por el res­to de los hom­bres por ser un mo­de­lo ob­so­le­to. Como má­qui­na el hom­bre es­tá ob­so­le­to, es un en­te que su fun­cio­na­li­dad pa­li­de­ce fren­te a la fun­cio­na­li­dad de las ma­qui­nas ca­paz de ha­cer me­jor y más rá­pi­do el tra­ba­jo de cual­quier hom­bre. Si la nue­va car­ne es el me­tal en­ton­ces la muer­te de los sen­ti­mien­tos es el si­guien­te pa­so, sal­vo por un as­pec­to: los sen­ti­mien­tos nos ha­cen li­bres. La ultra-eficiencia ro­bó­ti­ca les ha­ce es­cla­vos de una úni­ca po­si­bi­li­dad a eje­cu­tar, só­lo son ca­pa­ces de rea­li­zar una ac­ción in­fi­ni­ta­men­te bien mien­tras el hom­bre pue­de ser me­dio­cre y bueno, in­clu­so ge­nial, en in­fi­ni­dad de ellas. Y al fi­nal la car­ne gana.

Lo que se­pa­ra de un mo­do ab­so­lu­to a los hu­ma­nos y los cy­borgs no son as­pec­tos téc­ni­cos sino la ca­pa­ci­dad de elec­ción, el te­ner un gran aba­ni­co de po­si­bi­li­da­des que rea­li­zar an­te si. Quizás el ro­bot mo­de­lo B7 con­si­guió de­rro­tar a Steel en el com­ba­te con­du­cién­do­le has­ta un fi­nal fa­tí­di­co pe­ro él pu­do ele­gir su­bir a com­ba­tir co­sa que ja­más po­drá ha­cer el B7. Por la li­ber­tad se vi­ve y se mue­re co­mo humanos.

Comentarios

Una respuesta a «en el duelo de la carne y el metal no vence el mejor»

  1. Avatar de sondetraca
    sondetraca

    la úni­ca so­lu­ción es evo­lu­cio­nar al hombre-maquina. Dejemos de pi­lo­tar na­ves es­pa­cia­les y con­vir­tá­mo­nos en na­ves espaciales

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