El problema más acuciante para la política de hoy es uno que algunos sólo tildarían de metapolítico o de filosófico, ¿es efectiva nuestra visión de los hechos políticos? Es una pregunta acuciante porque, como hemos podido ver lo que llevamos en crisis, existe una distancia insalvable entre los discursos ideológicos y la realidad en sí misma: nadie es capaz de explicar lo que pasa, pero tampoco nadie es capaz de proponer soluciones que puedan considerarse efectivas. O lo que es lo mismo, el cientifismo económico hace aguas. Nada nuevo bajo el Sol. El problema más acuciante es que de hecho, nadie puede explicar nada porque todos intentan hacer encajar la realidad en sus teorías: las grandes ideologías están creando unos mapas de ruta sólidos para salir adelante que, de no ajustarse a la realidad, según ellos, será exclusivamente culpa de la realidad.
De éste modo podríamos resumir el escenario, a muy grandes rasgos, en una problemática que es inherente al conjunto de las fuerzas políticas que están en juego en este momento: seguimos pensando con unos modelos que apenas sí se corresponden con la realidad. Pensamos a través de ideologías. O lo que es lo mismo, cuando pensamos en términos políticos lo hacemos desde rígidos esquemas que presuponemos como reales independientemente de si se ajustan con la realidad fáctica que nos ha tocado vivir; la «izquierda» defiende la necesidad de la liberación de la opresión por parte de la maligna «derecha», la «derecha» defiende la necesidad del control del despilfarro carente de lógica por parte de la imbécil «izquierda»: el problema, se avista desde muy lejos. ¿Cual es el problema entonces? El binarismo ideológico del cual nacen sus posturas. La «izquierda» está ciega si cree que el único propósito posible de la «derecha» debe ser la opresión y el mantenimiento de los privilegios sobre una clase más desfavorecida —porque no existe La Derecha, sino muchos posturas que llamamos «de derechas»; porque sin una clase media fuerte, tampoco hay ninguna clase de consumo— y la «derecha» es imbécil si cree que la «izquierda» busca desesperadamente obliterar cualquier mérito personal para convertirnos en una perfecta masa informe —porque no existe La Izquierda, sino muchas posturas que llamamos «de izquierdas»; porque sin un pensamiento personal, tampoco habría evolución o solución a problemas de la comunidad — .
El problema de la política es que se focaliza en visiones binarias del mundo sostenidas bajo el paraguas de la ideología. ¿Qué significa ésto? Que tanto la «derecha» como la «izquierda» no son más que constructos teóricos, de una existencia dudosa más allá del hecho de ser nombradas como existentes, que carecen de una auténtica identidad por sí mismas: sólo tienen identidad por oposición al otro. Sin embargo, tienen algo en común, y es que como ya hemos dicho reducen la complejidad de la realidad a una serie de rasgos que ellos han convenido como regidores de lo auténticamente real. La «derecha», el cientificismo económico; la «izquierda», el determinismo de clase. El problema es que en ambos casos lo único que se consiguen son reflejos mutuos en los cuales no hay un auténtico cuestionamiento del otro, sino que existen en mor de ese otro al cual se dice oponer —siendo en último término una cierta raigambre hegeliana, donde la síntesis sólo se alcanza en tanto se da una oposición binaria — . Por eso la visión ideológica de estos polos se podría reducir a una clásica historia del bien contra el mal como, por ejemplo, El Señor de los Anillos.
Para entender mejor como funciona la ideología, seguiremos el paralelismo que se sigue desde la visión que tiene la izquierda de la situación de España con lo que de hecho ocurría en la narración fantástica de J.R.R. Tolkien, la cual tenía un marcado binarismo moral clásico. Tomar como punto de vista la izquierda y definir el conjunto desde ahí es pura conveniencia: no hay una intencionalidad ideológica en la elección del punto de vista —aunque sí de cierta socarronería contra ambas posturas — . Nótese que mientras los personajes cambiarían según la disposición ideológica, no ocurriría de hecho con los conceptos.
El Señor de los Euros
Conceptos
La Tierra Media/Europa: La Tierra Media es una representación de Europa en un sentido estricto, ya que Tolkien se basó en el continente para crear su propia geografía y mitología, pero también en un sentido más metafórico: lo único que importa en esta visión polarizada de la ideología es esa tierra mítica llamada Europa. Todo lo que quede fuera de ella no es motivo de interés; el eurocentrismo es la postura básica de la ideología de izquierdas.
El Anillo Único/Euro: El anillo único en la cosmovisión de izquierdas adquiría una cierta forma más próxima a la moneda, el euro. En este reside el poder de Merkel, el poder extraído de Europa, la cual infundió en él una serie de características mágicas capaces de cambiar el balance de la tierra. El problema es que su uso corrompe fácilmente, por eso la única salvación para Europa es su destrucción en El Monte del Destino/El Parlamento Europeo.
Magia/Economía: La magia sería la economía en tanto sería un arte arcano ya hace tiempo perdido, de los cuales apenas sí quedan unos cuantos magos que aun saben utilizarlo. Gandalf murió peleando contra el Balrog, y ahora sólo nos queda rezar porque la malévola magia de Saruman, también conocido como el FMI, no nos destruye en el proceso. El poder de la economía es infinito, pretérito, y emanado de lo real: todo está supeditado a la economía, no existe ningún otro sustento para lo real más allá de la economía, y quien lo domine podrá controlar Europa.
Seres humanos/Seres humanos: Entidades abstractas que están en medio de la guerra, por la cual luchan valientemente los heróicos protagonistas para devolverles su dignidad perdida.
Las fuerzas del mal
Sauron/Merkel: El señor oscuro, aquel que destruye la silente paz en la que vive la Tierra Media, no podía ser otra que Angela Merkel. Como fuerza que tira desde las sombras de los hilos de las entidades malignas que atacan a la humanidad, ella es culpable de cuantos males atenazan el mundo. Todo su poder reside en una fuente mágica llamada euro, porque sin él la economía podría restituirse de forma natural al no estar canalizado una gran cantidad de poder en un sólo punto capaz de corromper a cualquiera. Es un ente cuyo mal se extiende desde el principio de los tiempos, quizás incluso heredado de su maestro Adolf Hitler
Saruman/FMI: Una fuerza del mal periférica, pero que sigue las órdenes de las oscuras fuerzas de Merkel. A través del uso de los misteriosos poderes de la economía está doblegando las fuerzas vivas de Europa, los cuales quizás ya nunca podrán recuperarse.
Orcos/Neo-liberales: Los adeptos de Merkel y el FMI, la gente que está apoyando a través de los votos y sus movimientos de presión que se adopten las medidas mágico-económicas que están destruyendo Europa. Aunque sean sólo carne de cañón, su muerte es siempre bienvenida.
Nazgul/Políticos: Los Nazgul son seres que en otro tiempo fueron reyes nobles, justos, valientes, pero que se dejaron corromper por el poder que les prometió Sauron en forma de otros anillos de poder. El paralelismo con Merkel, que a través del uso de las oscuras fuerzas de la economía manipulo a los antes justos políticos para que aceptan el poder de los euros, es tan obvio como cruento.
Las fuerzas del bien
Elfos/Movimientos sociales: Extraños rebeldes que se basan en antiquísimas formas de relación social que insistente en combatir El Mal sólo a su manera, sin aliarse con las auténticas fuerzas capaces de confrontar la realidad del enfrentamiento. Si finalmente luchan es por la cesión a la lógica de que sólo «La izquierda» puede combatir los terribles desmanes provocados por los oscuros poderes del neo-liberalismo.
Rohan/Sindicatos: Caballeros que asisten constantemente a la defensa de los hombres a través del uso de fortalezas gigantescas. Aunque no queramos admitirlo, hace tiempo que cayeron por causa de que esas mismas fortalezas fueron creadas por los intereses del neo-liberalismo: aunque de intenciones nobles, están manchados por el poder del euro.
La comunidad del anillo/«La izquierda»: Los héroes, los únicos capaces de salvar el mundo y los únicos conocedores de La Realidad Auténtica.
Aunque como historia de entretenimiento podría no tener precio, como interpretación de la realidad presente deja muchísimo que desear. El absurdo reduccionismo que crean las ideologías es tan similar a las de la ficción fantástica, aquella tan pueril que hasta hace poco seguía encantada de contar historias de como el bien triunfa sobre el mal, que cualquiera que se permita cuestionar su propia ideología sentirá sonrojo al verse sometido a unas ideas rayano lo infantil. La ideología no interpreta la realidad, la sepulta sobre su concepción de como es lo real. Es por eso que el problema más acuciante para la «izquierda», aunque menos para la «derecha» en tanto el problema está más diluido —lo cual no significa un posicionamiento ideológico, sino que de hecho admiten con mayor naturalidad su ausencia de uniformidad — , será aprender a definirse más allá de caducas formas ideológicas. Admitir que la única solución es aquella que va más allá de esencialismos, bien sea el cientificismo económico o el determinismo de clase: la economía no es una ciencia predictible, la lucha de clases no rige la historia y las soluciones para éste momento deben ir más allá de los posicionamientos nacidos de la fe ideológico. Es hora de cuestionarlo todo.
Hasta que no asumamos que la realidad es infinitamente más compleja que una reducción a posicionamientos políticos antagónicos, que cada uno debería pensar desde y para sí mismo y no en oposición al de enfrente, lo único que haremos es dar palos de ciego hacia el abismo. Porque si hay peor ciego que aquel que no quiere ver, es aquel que se arranca los ojos porque cree que el mundo es ya tan sólo lo que existe en su cabeza.
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